EXPÓSITO Y PAULITA TENTARON Y SE LUCIERON EN LA FINCA DE LUMBRERAS

Derechazo de Francisco Expósito al novillo que le cayó en suerte.

Como tapias, torearon también Patricia Sacristán y Aaron Navas, que dejaron clara muestra de su progresión. Reportaje fotográfico.

La finca Río Bravo, situada en la riojana Villamediana de Iregua, vivió recientemente una intensa e interesante jornada campera. El ganadero Carlos Lumbreras invitó a dos matadores de toros, a Luis Antonio Gaspar ‘Paulita’ y a Francisco Expósito, a una prueba de bravura de los tres erales que había lidiado unos días antes en el Bolsín de Logroño, en la plaza La Ribera de la capital riojana.

En ese escenario, los tres erales, marcados con el hierro de Álvaro y Pablo Lumbreras, ofrecieron muy buen juego, gustaron al ganadero, que decidió medir la bravura de las tres reses en su finca. Y para ello, contó con la presencia de Paulita y Expósito, que estuvieron muy bien auxiliados por tres hombres de plata de calidad contrastada: el lodosano José Manuel Rodríguez, el tafallés Pablo Simón y el calagurritano Carlos Donaire. La suerte de varas fue ejecutada con gran profesionalidad por Jorge Martínez ‘Ramitos’, que acaba de conseguir el premio al mejor puyazo del Zapato de Oro arnedano.

Paulita y Expósito se entendieron a la perfección a la hora de llevar al caballo con sus respectivos capotes a los tres novillos, que derrocharon bravura en el peto. No hubo faenas de muleta, ya que se trataba de tres erales ya toreados. La prueba satisfizo al ganadero, quien, en agradecimiento, echó un par de añojos, con el hierro de Policarpo Lozano, a los matadores de toros.

Ambos novillos resultaron buenos, se dejaron hacer. Embistieron con nobleza y tuvieron una gran durabilidad, con esas pequeñas dificultades propias del ganado de la tierra, que fueron solventadas con el buen hacer de la mano de obra, tanto aragonesa como navarra.

Fue tal la duración de la materia prima que el diestro zaragozano realizó realmente dos faenas en una, siempre con gusto y mando. Y seguidamente, la riojana Patricia Sacristán le pegó media docena de templadas series.

Expósito, por su parte, dibujó muy buenas tandas por los dos pitones, con su personal pellizco, cargadas de temple y de serenidad. Fue una faena larga, que terminó el joven cirbonero Aaron Navas, que sorprendió con los finos detalles de tu toreo.

La jornada, que satisfizo a todos –ganaderos, matadores de toros, banderilleros, picador y becerristas-, concluyó con una merienda de hermandad que derivó en tertulia, donde el toro bravo volvió a ser el protagonista.

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