ENTRETENIDA, INTERESANTE Y LARGA TARDE DE TOROS EN SANGÜESA

Sangüesa vivió una tarde triunfal con la salida a hombros de los tres diestros. Fotografía: Aerizalde.

Los tres diestros salieron a hombros tras repartirse ocho de las catorce orejas posibles. Reportaje fotográfico: Aerizalde.

Ganado: Siete toros de Los Derramaderos, el séptimo, el sobrero, de regalo, muy bien presentados, ofensivos, astifinos, de juego variado (el primero complicado, el tercero peligroso y el resto noble y manejable aunque no sobrado de fuerza), con el sexto premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Toreros: Sánchez Vara (aplausos, oreja y dos orejas), Esaú Fernández (oreja y dos orejas) y Yannis Djenibla ‘El Adoureño’ (silencio y dos orejas).

Lugar y fecha: Plaza de toros de Sangüesa (Navarra). 25 de septiembre de 2021.

Presidencia: A cargo de Lucía Etxegoyen, asesorada por Santiago Guallar y Andrés Pemán, se mostró muy generosa, más que un rey mago, en la concesión de los segundos trofeos, que influyó únicamente en la salida a hombros de El Adoureño.

Incidencias: Tarde soleada y agradable. Más de media plaza dentro del aforo permitido. Raúl Cervantes saludó montera en mano tras banderillear al sexto. Los tres diestros salieron a hombros.

Cuando parecía que el festejo llegaba a su fin, se anunció que se iba a lidiar un séptimo toro, el sobrero, de regalo, que puso a prueba, entre otras cosas, la iluminación artificial de la plaza. Recordé una tarde en Sanlúcar de Barrameda, en la que Morante regaló un sobrero y, seguidamente, creo que Javier Conde, el segundo. Aquello fue interminable.

La cosa no resultó pesada ayer. Se pudo presenciar un festejo entretenido y triunfal por el tiempo, que acompañó, por el juego de la materia prima, de casi toda, y por la buena disposición de los diestros, que lograron el siempre anhelado triunfo grande.

Por el citado regalo, el más veterano de la terna, el director de lidia se las vio con tres astifinos astados, de diferente condición. El que abrió plaza resultó complicado. Sánchez Vara intentó lucirse de capa y lo consiguió con los rehiletes. En el último tercio, se encontró con una ejemplar que no dejó de defenderse y de tirar gañafones. Mató de pinchazo hondo y dos descabellos, y el público aplaudió su disposición.

Al cuarto sí lo cuajó de recibo a la verónica. Con la muleta realizó una faena por ambos pitones sin forzar al toro, tan noble como justo de fuerzas. Lo mejor de las sucesivas fueron su cierre, unos largos y limpios pases de pecho. Tras una estocada caída, cobró una oreja por petición popular.

Y sabedor de que sus compañeros habían alcanzado la puerta grande, no dejó pasar la ocasión ante el sobrero, de tan astifinas como angustiosas defensas. Muy centrado y sereno se lució a la verónica y con las banderillas, incluido un par al violín. Con la muleta, toreó por ambos pitones, en series cargadas de voluntad. Mató de una estocada tendida, el público le dio una oreja y el palco, la segunda.

Convenció también Esaú Fernández, que se llevó el mejor lote. Su primero, un toro manejable, tuvo un buen pitón derecho y por ahí cimentó la faena. El bajonazo con que terminó su primera intervención no debió desagradar al público, que pidió una oreja y la consiguió.

El quinto fue un buen toro, noble y de generoso recorrido. El sevillano lo aprovechó en una faena variada, con mejores argumentos al natural, y rica en adornos. Una estocada y un descabello prologaron la concesión de las dos orejas, generosa la segunda.

Por último, El Adoureño se encontró en primer lugar con un tercero muy blando y que tuvo peligro. De hecho, al comienzo de la faena se lo echó a los lomos; la cogida no tuvo mayores consecuencias y pudo continuar una lidia, un trasteo que era imposible. Además, se le atragantó el acero. Tras seis golpes de descabello, el garbanzo negro del encierro terminó por echarse.

Con la salida del sexto, cambió el panorama. Fue el mejor toro de la tarde, por su nobleza, fijeza y repetición. De salida, el francés se lució a la verónica y por chicuelinas. Sus subalternos, sobre todo Raúl Cervantes, protagonizaron el mejor tercio de banderillas de la tarde. Y así, con los tendidos calientes, se llegó al último tercio. Y el diestro lo aprovechó con limpieza y temple por ambo pitones. En el tramo final del trasteo, acortó las distancias y se sucedieron los pases del desprecio y los desplantes de rodillas. Un pinchazo, una estocada trasera, dos orejas para el francés y vuelta al ruedo póstuma para el muy buen toro, llamado Triunfador y marcado con el número 28. El espada del país vecino logró así una puerta grande que seguro que le supo a gloria.

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