EN PAMPLONA NO SE RECHAZABA UNA CORRIDA COMPLETA DESDE 1993

De estos ocho toros de Cebada Gago en el Gas, sólo el cárdeno claro fue aprobado.

De estos ocho toros de Cebada Gago en el Gas, sólo el cárdeno claro fue aprobado.

Para buscar un caso similar a lo ocurrido en los corrales del Gas, hay que remontarse a 20 años atrás, a 1993. El encierro programado para el 12 de julio, de Sepúlveda, fue rechazado por los veterinarios y se trajo uno en su lugar de Mercedes Pérez Tabernero, que defraudó sin paliativos.

Y al margen de lo sucedido con una corrida de Julio Aguirre, el anterior caso hay que buscarlo en 1981. El encierro programado para el 13 de julio, de Martínez Uranga, fue rechazado al completo por los veterinarios y se trajo uno en su lugar de Conde de la Maza, que se dejó torear pero que no dijo mucho.

Un año antes, el 9 de julio de 1980 se lidió un encierro de Fermín Bohórquez, bravo y suave, que sustituyó a otro de Benítez Cubero, desechado por los veterinarios. Ante él, obtuvo un triunfo histórico –cuatro orejas- el diestro Emilio Muñoz.

Retrocediendo en el tiempo, otra fecha para el recuerdo en este sentido negativo fue la del 14 de julio de 1977. Lo que pasó con la corrida que cerró feria resultó asimismo indigno. Estaba programado un lote de María Pallarés (Benítez Cubero) pero cuatro de los toros fueron desechados por falta de trapío y la corrida fue retirada. Para sustituirla, habían llegado siete de Pérez Angoso pero cinco fueron rechazados por los veterinarios. Al final, la Meca decidió completar el encierro con tres hierros: un par de cada uno de los hierros citados y otros dos de Lisardo Sánchez.

Pero la de 1975 se llevó la palma. Pasó a la historia como la feria del toro desechado. Sólo se salvaron las corridas de Pablo Romero y de Miura. Para el primer festejo (6 de julio), llegaron siete de Juan Guardiola Soto como sustitutos de un encierro de “tulios”. Tres fueron rechazados. El lote se completó con dos sobreros de García Romero.

Para el día de San Fermín, se anunció inicialmente una corrida de Martín Berrocal. Nunca llegó. El ganadero se excusó argumentando que tres de los toros se habían lesionado y que a Pamplona sólo quería llevar lo mejor. Se trajo como sustituta una de Benítez Cubero, de la que sólo se pudieron lidiar cuatro. Completaron la corrida dos sobreros de Martínez Elizondo.

Para el día 9, los siete toros de Antonio Ordóñez fueron rechazados. Llegaron seis sustitutos de Osborne, de los que sólo cuatro se pudieron lidiar. Completaron la corrida dos resustitutos de Antonio Pérez de San Fernando.

El 12 de julio se lidió un lote de Marqués de Domecq, que llegó en sustitución del encierro programado de Atanasio Fermández, que fue íntegramente rechazado en el reconocimiento por falta de trapío.

De los nueve toros que trajo César Moreno para la corrida del 13, cuatro fueron rechazados. Se lidiaron cinco justos de trapío y cómodos de cabeza. Se completó la corrida con uno de Martínez Elizondo.

El día 14 se alcanzó la “cumbre” de este mareo ganadero. En el cartel, seis de Fermín Bohórquez. Tres fueron rechazados por la misma causa y al final sólo se lidió uno. La corrida respondió a una limpieza de corrales. “Ollarra” la calificó de “corrida concurso de mansedumbre”. Se lidiaron seis llamémosles astados de seis hierros diferentes pero al ruedo saltaron varios más

En resumen, ese año dos corridas de las anunciadas nunca llegaron a Pamplona. Otras dos fueron rechazadas por falta de trapío, completas. Los veterinarios desecharon un mínimo de 29 toros. Los 54 toros lidiados, en principio, iban a llevar marcados nueve hierros diferentes que, al final, se convirtieron en nada menos que diecinueve, una marca difícil de igualar o superar. Ante este panorama, mejor no hablar de la integridad de los pitones, porque también hubo bastantes sospechas.

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