Así de humillado embistió el encastado segundo, el mejor del encierro navarro.
De Manuel consigue a base de entrega una puerta grande que Toñete perdió con el descabello. Buena novillada navarra de Ganadería de Pincha. Galería de imágenes: Javier Arroyo.
Ganado: Seis utreros de Ganadería de Pincha, bien aunque desigualmente presentados, con cara, en puntas, que cumplieron en varas, nobles en la muleta y con recorrido en conjunto, salvo el rajado tercero y el deslucido sexto. El resto fue aplaudido en el arrastre.
Novilleros: Alfonso Cadaval (vuelta tras petición y oreja), Toñete (oreja y silencio tras aviso) y Francisco de Manuel (saludos tras petición y dos orejas).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Pamplona. 5 de julio.
Incidencias: Algo menos de tres cuartos de plaza. Tarde agradable. Cadaval y De Manuel se presentaron en Pamplona. Este último salió a hombros.
No sólo salvó los muebles sino que lidió una buena novillada. El público así lo sintió y aplaudió a cuatro ejemplares en el arrastre. El conjunto cumplió en el caballo. Y en la muleta, embistió con nobleza, alguno con casta, salvo el rajado tercero y el deslucido sexto, paradójicamente, el lote del único novillero que logró salir a hombros.
Fue una buena novillada, sí, insisto. Finalizado el festejo, la cara del ganadero, José Antonio Baigorri, y de su hija Patricia reflejaban felicidad. En el patio de caballos, le aclamaron un buen número de amigos, allegados y navarros que sintieron el orgullo de serlo. También, varios de ésos que se apuntan siempre a caballo ganador y que, cuando las cosas no se dan tan bien, desaparecen del mapa. Lo realmente importante no son tantas palmaditas en la espalda sino que la Casa de Misericordia le pida otra novillada para 2019. Ganadería de Pincha se ganó la repetición.
Y lo mejor. La gente abandonó la plaza hablando de los utreros, no de los novilleros. De éstos, los hubo de tres estilos. Cadaval tuvo en primer lugar un novillo noble, que embistió humillado y con recorrido. Un utrero de triunfo. El andaluz le pegó muchos muletazos pero dijo bastante poco; estuvo insípido. El cuarto fue un novillo manejable que peleó bien en el peto. Cadaval mejoró su imagen ante él, en una faena con series por ambos pitones. La estocada, tendida y trasera otra vez, fue determinante para la concesión del trofeo. Su balance, vuelta al ruedo tras petición y oreja.
Toñete, por su parte, acarició la puerta grande. Su primero, el segundo de la tarde, fue el mejor novillo del encierro de Lodosa, un utrero importante, tan encastado como exigente. El madrileño lo toreó por ambos pitones, sabiendo lo que hacía, muy decidido y con mando. Tras un pinchazo, dejó una estocada de la que el novillo rodó sin puntilla. Una oreja de un novillo, posiblemente, de dos. El quinto fue de menos a más. Comenzó embistiendo con brusquedad y el empeño de Toñete por alcanzar la salida a hombros lo acabó sometiendo y suavizando sus acometidas. Faena de premio. Mató de una estocada contraria, el novillo se amorcilló y al joven de raíces corellanas le costó acertar con el descabello, tanto que perdió toda posibilidad de ese trofeo de triunfo grande. Sonó un aviso y el público se vio obligado a guardar silencio. Pese a ello, Toñete dejó una buena imagen.
Como lo hizo Francisco de Manuel. El tercero no quiso pelea y deseó huir. El madrileño banderilleó con soltura. Y con la muleta su trasteo fue una continua lucha por sujetar al novillo, hasta que al final lo toreó en su querencia, llevándolo muy empapado en el engaño. Un pinchazo previo a la estocada dejó todo en unos saludos desde el tercio tras petición de oreja, que el palco pudo conceder, aunque no lo hizo.
Y, sinceramente, a esa presidencia se le fue la mano al conceder las dos orejas del deslucido sexto. La faena no mereció tanto premio, aunque el novillero lo dio todo, sobre todo con ese arrimón final. En cualquier caso, De Manuel fue el triunfo de la voluntad y de la entrega. Enhorabuena y, por supuesto, también al ganadero.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX