EL ENCIERRO DEL ESTRECHO DE ARGUEDAS DURÓ 22 MINUTOS

Un momento del vibrante y largo encierro.

Un momento del vibrante y largo encierro.

Lo protagonizaron vacas de Íñiguez –ganadería local-, que no dejaron herido alguno. Galería fotográfica: Blanca Aldanondo.

La expectación que genera el encierro del Estrecho de Arguedas es absoluta. Solo hay que ver cómo los cientos de espectadores que se dan cita cada día acuden con más de una hora de antelación para coger buen sitio. Y es que nadie quiere perderse este espectáculo, que es la esencia de sus fiestas patronales.

Pero el de este lunes fue un encierro del Estrecho sin demasiada gracia. Y eso que duró 22 minutos. Las reses de la ganadería Alfredo Íñiguez no estaban para ‘juegos’, aunque tampoco es de extrañar si se tiene en cuenta el sofocante calor.

De hecho, podría decirse que hubo una vaca se declaró en ‘huelga’ y, como si tuviera la resaca de su vida, decidió reposar tranquilamente a la sombra de los árboles del recorrido y convertirse, por unos minutos, en una espectadora más.

No obstante, la emoción no se perdió porque todavía quedaban otras 8 vacas en la ‘partida’ y, como bien saben los habituales de este acto, nunca es momento de bajar la guardia. Un despiste puede salir muy caro y por eso los recortadores y demás aficionados no quitaron el ojo de encima a una de las reses de Íñiguez, a la que le faltaba un cuerno, que, al principio, sí que mostró intención de mantener en tensión a los presentes.

Desafiante, la res miraba con resquemor a todos los valientes que la citaban desde las escaleras y los vallados colocados en el recorrido. Incluso hizo amago de subirlas en alguna ocasión, pero se quedaron en eso, en amagos. Al igual que lo fue también, y en este caso, afortunadamente, una intentona de escape por parte de una vaca en una de las llegadas al corral ubicado en el Estrecho.

Iniciativa de los recortadores

En cambio, la que sí subió las escaleras, para gusto de los aficionados taurinos, fue una de sus compañeras de ‘partida’, aunque no volvió a repetir la jugada en todo el encuentro. Y, dado que los astados este lunes no tenían muchas ganas de jugar, tuvieron que ser los propios recortadores los que tomaron la iniciativa con sus recortes, que despertaron los aplausos de la multitud, aunque uno de ellos vio las astas de una de las reses muy de cerca.

En cualquier caso, San Esteban estuvo al quite impidiendo que el susto se convirtiera en cogida. Y de eso se encargaron un grupo de joteros de la localidad, quienes, instantes antes de que estallara el cohete en el cielo, pidieron la bendición del patrón en forma de jota.

Y así, entre idas y venidas de las vacas, concluyó el encierro del Estrecho, aunque hubo una anécdota más. La que protagonizó una de las reses, que, al igual que les pasa a los más fiesteros cuando llega la mañana, no quería irse a casa, así que tuvieron que mandarla de nuevo al camión.

Crónica de Carla López publicada en Diario de Navarra.

_2019PLARGUEDAST28073526_5d178e1e _2019PLARGUEDAST28073528_39ef790a _2019PLARGUEDAST28073529_4df95c8f _2019PLARGUEDAST28073591_782f29fa _2019PLARGUEDAST28073592_c7884b5b _2019PLARGUEDAST28073593_30ca400f _2019PLARGUEDAST28073598_7b50f631 _2019PLARGUEDAST28073600_11c1f77e Cantando la jora al patrón

This entry was posted in Actualidad and tagged , , , , . Bookmark the permalink.

Comments are closed.