Todos ellos tentaron en Salamanca cuatro eralas del hierro Cambronell Hermanos, hierro que regresa a Peralta después de haber triunfado los dos últimos años.
La finca salmantina Herreros de Salvatierra, en Pedrosillo de los Aires, donde se crían las reses bravas de Cambronell Hermanos, vivió recientemente una jornada campera completamente navarra.
Tras ser recibidos por el propio ganadero, Fernando Cambronell, y por su mayoral, Joaquín Beato, en la bonita plaza de tientas y en una tarde soleada y agradable, el matador de toros Francisco Marco, los novilleros Diego Hermosilla y Javier Antón, y el becerrista Javier Marín, todos ellos navarros, protagonizaron un tentadero en el que quedó contrastada la calidad del ganado.
Las cuatro vacas, de procedencia Juan Pedro Domecq y Torrestrella, fueron picadas por Agustín José Domínguez, vaquero de la ganadería. De todas ellas, la tercera fue brava en el peto; se empleó con clase en los cuatro encuentros, metiendo la cabeza abajo y empujando, siempre a más.
Marco fue el encargado de abrir el tentadero. La primera vaca tuvo nobleza, fijeza y duración, aunque fue más clara, más agradecida en la segunda parte de la faena del estellés. La toreó con serenidad y mando por ambos pitones, en un trasteo que superó la media hora, prueba de la duración de la materia prima.
Hermosilla, por su parte, se vio algo molestado por el viento frente a la segunda erala, también noble y de buena condición. Supo darle los tiempos y distancias que pedía, y toreó reposado por derechazos y naturales.
En tercer lugar, Antón se las vio con una vaca algo distraída y tarda al principio pero que fue a más. El de Murchante consiguió meterla en su muleta cuando acortó las distancias. De esta manera, toreó a placer y acabó luciéndose, sobre todo con un elegante toreo en redondo.
Cerró la tienta Javier Marín ante una vaca noble y pronta, con la que le costó acoplarse. Pero consiguió cuajarla. Toreó con tranquilidad y quietud por ambos pitones en un largo trasteo, frente a una erala que no se cansó de embestir con fijeza.
Terminado el buen tentadero, el ganadero mostró la preciosa finca de quinientas hectáreas, en la que aguardan para ser lidiadas seis corridas de toros y dos novilladas, una de ellas destinada a la Feria de Peralta, donde ha sido la ganadería triunfadora de las dos últimas ediciones, las mismas veces que ha lidiado en esta localidad navarra.