Manuel Caballero y Alejandro Peñaranda gustaron y se gustaron en una tienta de ganado de José Antonio Baigorri. Reportaje fotográfico.
Segundo tentadero de Baigorri y segundo triunfo ganadero, mayor incluso que el primero, que ya es decir. Se probó la bravura de cuarto eralas, todas resultaron bravas en el caballo y atesoraron clase en la muleta, en los engaños de dos novilleros con rodaje que estuvieron a la altura de la circunstancias y gustaron al ganadero. Por un lado, Alejandro Peñaranda, que ya llama a la puertas de alternativa; por otro, Manuel Caballero, que seguro que llegará a tomarla.
Abrió la tienta quien se considera conquense de Iniesta. Se las vio en primer lugar con Olorosa, brava en el caballo, que se dejó pegar en seis puyazos del buen Ramitos y que mostró clase en varios de ellos. Muy berreona, en la muleta resultó muy buena por el pitón izquierdo y bastante lista por el otro, lo que conllevó complicaciones. Muy pronta, humilló mucho y embistió con cierta clase. Peñaranda se sintió a gusto ante ella. Mostró magnífico estilo y ejecutó naturales de mucho valor.
Frente a su segunda, Hebillera –tercera de la tienta- mejoró su imagen. La vaca, pura Marqués de Domecq, procedente de un nuevo semental, acudió con mucha fijeza al caballo; el quinto y el sexto puyazo los tomó desde el otro extremo de la plaza; sin embargo, fue algo blanda en el peto, se dolió al hierro. Sin embargo, para el toreo resultó extraordinaria; siempre fue a mejor. Peñaranda le bajó la mano, la vaca se vino arriba y la toreó con gusto por ambos pitones, en una labor cargada de torería.
Pese a esta muy buena materia prima, Caballero se llevó el lote. Su primera, Rascatripas, fue muy brava en el caballo; tomó nada menos que siete puyazos, con mucha clase y fijeza dos ellos, chocando fuerte contra el peto. En la muleta, derrochó nobleza y humilló mucho. El joven albaceteño estuvo a la altura, mucho más que digno. Toreó con mucho temple, vaciando muy bien las embestidas, en una faena larga que dejó a todos satisfechos.
La historia se repitió ante la cuarta y última, Higueruela, también marquesa y asimismo procedente del citado nuevo semental. Muy brava en el caballo, tomó seis puyazos con mucha fijeza, los cuatro últimos de un extremo a otro de la plaza. En la muleta, embistió con clase, siempre muy humillada, metiendo la cara una clase extraordinaria. Caballero vio pronto estas cualidades y no desaprovechó la oportunidad. Realizó una larga y variada faena, que puso a todos de acuerdo.
En conjunto, las cuatro eralas, además de bravura y clase, tuvieron gran durabilidad. No hay que olvidar que sólo cuando han pasado dieciocho, veinte minutos, los matadores de toros o novilleros dejan paso a los tapias (torearon Gabriela Mayor, Patricia Sacristán y Alejandro González, entre otros), que todavía les roban varias series, que la materia prima aguanta sin rajarse. Una muestra más de la calidad que acoge la finca El Ontanal de Lodosa, gracias al buen hacer, a una escrupulosa selección de su ganadero.