Toreo de mucha calidad de Ferrera y El Juli, que ha cortado la única oreja de la tarde. Fotografías: Javier Arroyo.
Ganado: Seis toros de Victoriano del Río, bien presentados, nobles y de buen juego en líneas generales; el mejor, el cuarto; buenos también el primero, quinto y sexto; segundo y tercero, de menos opciones.
Toreros: Antonio Ferrera (saludos tras aviso y vuelta al ruedo), El Juli (silencio y oreja tras aviso)y Pablo Aguado (saludos y silencio).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Pamplona, en Navarra. 11 de julio.
Incidencias: Lleno. Tarde soleada y agradable. Quinta de la Feria del Toro. Aguado hizo el paseíllo desmonterado.
Abrió plaza un toro de Victoriano del Río de buena condición, especialmente por el pitón izquierdo, por donde regaló un buen puñado de embestidas de categoría. La faena de Antonio Ferrera, de excelente oficio, contó con pinceladas de buen gusto, retazos de clase. Pero faltó continuidad, ligazón. Pese al buen espadazo en la suerte de recibir -un punto delantero y perpendicular-, el toro tardó en doblar y todo quedó en una ovación.
El Juli saludó con decisión y buen manejo de brazos al segundo. El toro flojeó en repetidas ocasiones y el madrileño trató con buena técnica de afianzar al animal en su muleta. Sin embargo, el de Victoriano quiso más que pudo, por lo que el éxito fue imposible. Julián mató de dos pinchazos y media estocada.
Pablo Aguado anduvo tranquilo con el toro de su debut en Pamplona. Su trasteo tuvo suavidad, naturalidad, temple, despaciosidad… Ayudó al toro en todo momento en una labor segura y serena. El toro se dejó hacer en el último tercio y el torero epilogó su pulcra faena de una estocada y un golpe de descabello. Saludó una ovación.
Lidió bien de salida Ferrera al cuarto, que embistió templado en los primeros compases de su lidia. Interpretó la mariposa para sacar al toro del caballo. Se dobló con mucha torería Ferrera en el arranque de su labor muletera. El de Victoriano tomó bien el engaño y el extremeño se gustó e imprimió sentimiento a su quehacer. Al natural surgieron los pasajes más bellos. Por ahí el animal, a más en su comportamiento, desarrolló especial clase, lo que aprovechó Ferrera para deletrear el toreo. Dos últimas series sobre la diestra sin ayuda, coronada la primera de ellas con un pase de pecho vaciado por la hombrera contraria, epilogaron la faena. Aún dejó unos sabrosos ayudados por alto antes de emborronar todo con un feo metisaca. Toro y torero fueron justamente ovacionados. El torero, incluso, dio la vuelta al ruedo.
Con el quinto, de seria y engatillada cuerna, El Juli arrancó su faena de muleta con un molinete de rodillas camino de los medios. Una vez en el centro del platillo, Julián fue encelando y sujetando las embestidas por los dos pitones. Las alargó, templó y dominó en todo momento. Midió los tiempos y el celo del toro con maestría. Una serie al natural, de mano baja y mucha profundidad, fue el cenit de su mandona actuación. El toro, con buen fondo y a más, agradeció el trato dispensado por su matador, que coronó su obra con redondos por la espalda que terminaron de caldear el ambiente. El madrileño alternó a lo largo de su lidia el toreo fundamental con los guiños al público. Mató de una estocada trasera y desprendida y dos golpes de verduguillo que dieron paso a la concesión de un trofeo.
Aguado volvió a emplear el temple para ir reduciendo las emotivas arrancadas del sexto, que también dio opciones de éxito por su movilidad. Encajó la figura el sevillano, relajó la planta y logró mayor acople en las series instrumentadas por el pitón derecho. Labor medida, con altibajos, concluida de media estocada arriba con derrame.
Crónica publicada en Aplausos.es