‘DISPARATADO’ ALARDE. CRÓNICA DE LA CORRIDA DE REJONES DEL 6 DE JULIO

Hermoso de Mendoza muestra en triunfo las dos orejas cortadas.

Hermoso de Mendoza muestra en triunfo las dos orejas cortadas.

El maestro estellés ofreció otra lección de toreo a caballo, desorejó a sus dos toros y salió a hombros con Hernández. Imágenes (Enfoque Taurino).

Ganado Seis toros de El Capea, bien presentados, correctamente despuntados, de muy buen juego en conjunto, por su fijeza, bravura y buen tranco, salvo el agotado quinto y el parado sexto, que esperó y embistió a arreones. El segundo fue ovacionado en el arrastre y el cuarto, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Rejoneadores: Pablo Hermoso de Mendoza (dos orejas y dos orejas con ligera petición de rabo), Leonardo Hernández (dos orejas y palmas) y Roberto Armendáriz (silencio y ovación de despedida).

Presidencia:  A cargo de Pedro Bañales, asesorado por el veterinario César Fernández y por Fernando Moreno, pasó desapercibida.

Incidencias: Lleno aparente. Tarde soleada y calurosa. Hernández se presentó en Pamplona. El mayoral de El Capea, Agustín Martín Hernández, dio la vuelta al ruedo junto a Hermoso de Mendoza tras la muerte del cuarto de la tarde.

Lo volvió a hacer. Como se esperaba. Y van… Ya no lo recuerdan ni los viejos del lugar. De nuevo, puerta grande. De nuevo, todas las orejas posibles. De nuevo, dos lecciones memorables de toreo a caballo. Marcando distancias, otra vez, respecto a los demás, respecto a esa generación de jóvenes jinetes que intentan meterle presión. Vana pretensión. Y más a su edad, a esas cincuenta primaveras que continúan cargadas de pureza y de innovación toreando a caballo como nadie, como nadie conoció. Por eso surge la preocupación, al pensar qué pasará cuando se retire, pese a esa continuidad llamada Guillermo, la promesa. La genética hace pensar en lo mejor pero la ausencia del maestro lleva al pesimismo, a imaginar un gran bache del toreo a caballo, que puede pasar a ser simple rejoneo.

Pero lo cierto es que ayer veinte mil almas -se dice pronto- gozaron con el estilo del legendario jinete, con dos faenas inundadas de alegre torería.

La primera la comenzó con la elengancia de Napoleón, que volvió a destacar por su temple a la hora de parar al toro. En banderillas, Berlín ofreció otra clara muestra de su poderío, con un medido toreo de costado, y Beluga derrochó valor con su toreo de cercanías en redondo y en cortas distancias. En el tercio final, Pirata posibilitó la colocación de tres cortas y de un rejón trasero que acabó con el colaborador murubeño. Se le concedieron las dos orejas, algo generosa la segunda.

Y no contento con lo ofrecido puso la plaza boca abajo en su segunda intervención, frente al bravo que hizo cuarto en una tarde para el recuerdo. En esta ocasión, la faena fue de menos a más, pasó de esa desatención por la merienda a un público entregado en su mejor digestión.

Por ello, la labor de Ágora, que paró magistralmente al toro Presumido, pasó algo desapercibida. Pero salió al ruedo Disparate e hizo enloquecer a todos con sus vistosas y ajustadas hermosinas, que vinieron precedidas de un toreo de costado templadísimo en una vuelta completa al ruedo. La locura, propia de cualquier 6 de julio, se mantuvo con el toreo de cercanías, circular, adornado con precisas piruetas de Donatelli. En el tercio último, Pirata volvió a poner a todos de acuerdo, con tres cortas sin respiro, un par de cortas a dos manos y un rejonazo que hizo rodar al bravo toro como una pelota. Dos orejas y leve petición de rabo. Hermoso de Mendoza había vuelto a rubricar una tarde redonda en Pamplona, en la plaza que tanto le ha dado y a la que tanto ha dado.

La presentación de Hernández fue muy afortunada. Consiguió con justicia las dos orejas de su primero, en una faena en la que brilló el hacer de Calimocho, que atacó de frente y batió al pitón contrario, y con el toreo de cercanías de Sol, que firmó un buen toreo en redondo, con grandes dosis de temple y de exposición. Mató de un rejonazo y alcanzó un triunfo grande que seguro que muchas veces había soñado.

Pudo redondear la tarde con otros dos trofeos del quinto, pero el toro se paró en banderillas y ya dios síntomas de estar agotado, reventado, algo que se pudo comprobar cuando se echó al ruedo antes de que el cordobés pudiese entrar a matar. En cualquier caso, Hernández se ganó la repetición.

Por último, a Armendáriz le sucedió lo mismo que el año pasado, falló a la hora de matar y tuvo que irse de vacío, sin merecer tal desenlace. Sus dos faenas merecieron premio, especialmente la segunda, con mejores argumentos toreros y con el público ganado. Pero… Otra vez será.

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