DEMASIADAS COMPLICACIONES EN LA PRIMERA DE LA FERIA DE TAFALLA

Los toros de Cebada Gago cumplieron sobradamente en varas y recibieron duro castigo. Fotografía: Galdona.

Los toros de Cebada Gago cumplieron sobradamente en varas y recibieron duro castigo. Fotografía: Galdona.

Ante unos difíciles ‘cebadas’, la terna acusó su falta de rodaje y el festejo se saldó con seis respetuosos silencios.

Ganado: Seis toros de Herederos de José Cebada Gago, todos cinqueños, correctos de presentación, desiguales, que cumplieron en varas y complicados en el último tercio, salvo el noble cuarto y el sexto por el pitón derecho; el segundo fue pitado en el arrastre

Diestros: Marc Serrano (silencio tras aviso y silencio tras dos avisos), Sánchez Mora (silencio y silencio tras aviso) y Arturo Saldívar (silencio en ambos).

Presidencia: A cargo de Cristina Sota, asesorada por Pilar Soteras y Ángel Gómez, sin problemas, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Algo menos de tres cuartos de plaza. Tarde desapacible, tirando a fría, con fuertes rachas de muy molesto viento. Sánchez Mora, que sustituyó a David Mora, y Saldívar hicieron el paseíllo desmonterados. El subalterno navarro Pablo Simón saludó montera en mano tras banderillear al quinto de la tarde. Tras el paseíllo, Julito Gil y Javier Sota recibieron un homenaje, por parte del Ayuntamiento de Tafalla, por llevar ejerciendo 25 y 29 años, respectivamente, como torileros.

Sólo se salvó de la quema el palco, la banda de música y los gaiteros. Y el paciente público, claro está. Diversos factores negativos se dieron cita en el coso tafallés y consiguieron convertir el festejo en una tarde para el olvido.

Por un lado, el tiempo. No es normal que, a mediados de agosto, la gente, el público, la ciudadanía sienta frío; sí, frío, necesidad de buscar una chaqueta o un lugar más abrigado que la vieja plaza de toros. No, no es normal. Y tampoco que sople un viento tan molesto para la lidia como el de ayer. No, tampoco es normal.

Sí suele ser más habitual presenciar malas corridas de toros, como la de ayer. Cierto es que el conjunto de los ejemplares gaditanos recibió de lo suyo en varas pero salvo uno, uno y medio, ofreció un juego complicado en el último tercio y, por ello, decepcionó; aunque, en su favor, también hay que decir que ninguno fue el tonto del bote; que, en este sentido, la corrida mantuvo el interés por la listeza de la mayoría de los cinqueños. Y si a esta condición de la materia prima le sumamos la falta de rodaje de la terna, pues ya está casi todo dicho. Casi. Porque todavía queda por añadir el mal manejo de los aceros. En fin, con todos estos ingredientes, el resultado no es otro que una tarde para olvidar, porque toreo, toreo del de verdad, se vio muy poco, en muy contadas dosis.

Querer y no…

Al diestro más veterano, a Serrano, le correspondió en primer lugar un toro que se revolvía con agilidad por ambos pitones. Al francés le faltó seguridad, no se confió y si a un toro -y más a un cebada- no lo dominas, acaba por imponerse, por ir a peor, por sacar su características más negativas. Y eso es lo que sucedió. Y si además lo matas mal… te arriesgas a una cogida, que, por fortuna, no tuvo mayores consecuencias. Puro azar.

El segundo del de Nimes fue el mejor del encierro. Tras recibir lo suyo en dos encuentros con el peto, tuvo movilidad y embistió con nobleza en el último tercio. Serrano se vio muy molestado por el viento pero le pudo sacar más partido. Ejecutó dos tandas de cortas de ayudados y otra con la diestra que supieron a poco. Y, para más inri, el francés volvió a hacerse un lío con los aceros.

A Sánchez Mora se le vio también, más que verde, sin el rodaje necesario para afrontar tan complicado trago. Su primero, con querencia a toriles, soportó tres varas, que no está nada mal. Sin embargo, al tercio final llegó andarín y salió suelto de los muletazos y, además, por el izquierdo se colaba. No había nada que hacer. Y tampoco pudo lucirse ante el parado quinto porque permitió que lo matase antes el picador de turno. Pese a ello, se vio algún derechazo limpio y bastantes más, turbios.

Por último, Saldívar estuvo más decidido, dentro de un límite. Su primero tiró y tiró hachazos, y el mexicano lo pinchó reiteradamente. Con el sexto, que se dejó, se entonó algo pero sólo con eso…

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