Inválido encierro de Jódar y Ruchena, al que Michelito le cortó la única oreja de la tarde. Galería de imágenes.
Ganado: Seis toros de Jódar y Ruchena, el cuarto como sobrero, cinqueños todos, con cara, salvo el segundo, pero terciados algunos y con una desquiciante carencia de fuerza en conjunto; todos se cayeron y el segundo y el tercero fueron pitados en el arrastre.
Toreros: Salvador Cortés (saludos desde el tercio y saludos tras aviso), Oliva Soto (silencio tras aviso y silencio) y Michelito (silencio y oreja).
Presidencia: A cargo de Gorka García Izal, asesorado por el veterinario Ángel Lecumberri y Gregorio Madurga, salvo algún pequeño despiste, cumplió correctamente su cometido.
Incidencias: Media plaza. Tarde soleada y agradable. Oliva Soto y Michelito hicieron el paseíllo desmonterados. El público mostró con pitos y gritos su enfado con la empresa por el cambio de ganadería, aunque, en general, en la plaza se impuso el buen ambiente.
Como viene sucediendo en los últimos años, el último festejo de la feria corellana, celebrado ayer, fue también el que echó el cierre a la temporada taurina de Navarra. Y si los toros son sinónimo de fiesta, ayer lo fue también, pero menos.
La afición corellana manifestó abiertamente en la plaza su enfado con la empresa por el cambio de ganaderías. Por otro lado, llegó la hora de afrontar el segundo tercio en el primer toro y se tardó en poder llevarlo a cabo por la fata de garapuyos. Había llegado la hora de banderillear y no había rehilete alguno en el callejón del coso. Posiblemente, alguien se los dejó olvidados en el patio de caballos, por lo que el problema se resolvió rápidamente y el festejo prosiguió con normalidad.
Pero el mayor accidente vino dado de nuevo por la materia prima, que volvió a decepcionar. Respecto a los toros del sábado pasado, del mismo hierro, el encierro de ayer mejoró algo en presencia, sobre todo, porque tuvo pitones. De este modo, varios ejemplares taparon sus terciadas hechuras con su cara.
Y en lo referente a su juego, tuvieron incluso menos fuerza que los del primer festejo ferial. La mayoría rozó la invalidez. Todos se cayeron, se echaron sobre la arena corellana. Este hecho condicionó la lidia y la tarde completamente.
En este sentido, la suerte de varas sobró, porque a varios ya les costó tenerse en pie antes de probar el peto. El resultado fue demoledor: muy escaso toreo de verdad. Y, para colmo la terna no anduvo nada certera con los aceros.
Sólo Michelito dejó una estocada hasta la bola; eso sí muy tendida, lo que le obligó a lucirse con un contundente golpe de descabello. La logró del sexto y le valió el único trofeo de la tarde. Antes había realizado una faena muy adornada pero con mínimo toreo de verdad; molinetes, muchos pases por alto, más molinetes de rodillas, pero ningún muletazo mandón. Su primer trasteo fue similar salvo en el uso del estoque.
El mayor mérito de Cortés en su primera faena fue mantener al toro en pie. Después, con su segundo, el sobrero, el más toreable, realizó una faena entonada, que llegó al público, pero mató de bajonazo infame y así…
Oliva no tuvo opción pero debió matar mucho mejor a su lote.