CUARTA DE SANGÜESA. CRÓNICA. CINCO OREJAS EN UN BUEN FINAL DE FERIA

Derechazo largo de Oliva Soto al cuarto de la tarde.

Esaú Fernández cortó tres orejas y Oliva Soto y Julio Parejo se repartieron dos.

Ganado: Seis toros de Ángel Luis Peña, correctos de presentación, desiguales de cara y de hechuras, con un cuarto anovillado, y de buen juego en general, con un primero encastadito, un quinto codicioso, un sexto que atesoró calidad y noble sin demasiada clase el resto. El que abrió plaza y el que la cerró fueron aplaudidos en el arrastre.

Oliva Soto: vuelta por su cuenta tras aviso y oreja.

Julio Parejo: oreja y silencio.

Esaú Fernández: dos orejas y oreja tras aviso. Salió a hombros.

Presidencia: A cargo de Javier Aztaran, asesorado por Javier Martínez y Francisco Gómez Vique, se mostró generosa en la concesión del segundo trofeo del tercero; por lo demás, cumplió correctamente su función.

Incidencias: Tres cuartos de plaza. Tarde nublada y calurosa. Los tres diestros hicieron el paseíllo desmonterados. El mayoral de la ganadería, Antonio Pascual, acompañó a Fernández en la triunfal vuelta al ruedo tras haber sido arrastrado el sexto, último de la tarde y de la feria.

El ciclo taurino de Sangüesa se cerró ayer con una más que entretenida corrida de toros, la que la ciudad se merecía después del fiasco que se llevó el sábado. La de ayer, en comparación con la del día anterior, fue el día frente a la noche, la luz frente la oscuridad, la diversión frente al aburrimiento.

Por ello, una de las más positivas conclusiones es que todo el mundo lo pasó bien y abandonó la plaza dispuesto a repetir, comentando lo visto, lo bien que lo había pasado. En el fondo, de eso se trata; ése el principal fin de cualquier fiesta, incluida la multisecular de los toros.

Y buena culpa de este magnífico ambiente la tuvo la materia prima lidiada. No fue un ejemplo de presentación pero todos los toros tuvieron nobleza y se dejaron torear con generosidad, los seis, todos y cada uno.

Sin embargo, la mano de obra no tuvo la misma calidad en una tarde tan propicia para el triunfo, por los toros y por un público festivo deseoso de premiar.

Saldó la tarde con nota uno de los dos sevillanos, el de la capital andaluza, Esaú Fernández, a la postre, el triunfador de la feria. Cierto es que se llevó el mejor de los tres buenos lotes. Pero igualmente es verdad que mostró toda la tarde magnífica disposición.

Su primero lo brindó al palco de los maestrantes, lo que reflejó que, pese a debutar en esta plaza, sabía dónde estaba. Antes se había lucido con un ramillete de mecidas verónicas de saludo y en un quite por chicuelinas. En el último tercio, se encontró con un toro noblón, que había cumplido en un encuentro con el peto, pero tardo en su arrancada. Le realizó una faena completa, por ambos pitones, con mejor concepto al natural y quizá, como defecto, algo encimista. Sin embargo, como virtud, supo llevarlo muy empapado en el engaño y así consiguió la ligazón siempre deseada. El mejor momento del trasteo se vivió en dos tandas de naturales, que tuvieron calidad. Se recreó después con invertidos y terminó con una casi entera y dos golpes de descabello en los medios, algo que no importó al palco para concederle las dos orejas del buen toro. Puerta grande asegurada.

Salió a por más frente al sexto, el de más calidad del encierro, lo que mostró la ambición del sevillano. Ejecutó una faena de similar corte, por ambos pitones, con bastante quietud y con buenos naturales. Mató de un pinchazo, media estocada y un descabello, y el público volvió a premiarle.

Oliva Soto, por su parte, aprobó también el compromiso aunque con nota más baja. Realizó faena muy estética al encastadito que abrió plaza, que tuvo buen son, pero le sobró prisa, velocidad y le faltó un mayor reposo, la serenidad que el toro permitía. No anduvo muy certero con la espada, pero el público le tributó la ovación de la feria; el sevillano, tras saludar, se lanzó a dar una vuelta al ruedo que nadie había pedido. Ante el anovillado y astifino cuarto, dibujó el mejor toreo en redondo del ciclo, muy ligado y con ese pellizco, ese aroma sevillano de su toreo. Después, el toro, como acobardado, fue a menos y el trasteo, también.

Parejo no consiguió el aprobado. El pacense logró una oreja de su tardo primero tras un trasteo largo y no pudo con el codicioso quinto, con el que se vio desbordado. Se dejó ir un toro de triunfo.

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