Ambos novilleros salieron a hombros tras repartirse cinco orejas.
Ganado: Cuatro utreros de Los Recitales, bien presentados, no sobrados de fuerza y nobles, salvo el segundo, con complicaciones; el cuarto, encastado y con clase, fue premiado con la vuelta al ruedo. En quinto lugar, se lidió un utrero de regalo de Prieto de la Cal, un jabonero que tuvo mucho que torear.
Novilleros: Jesús Chover (oreja en ambos) y Javier Marín (silencio tras aviso, dos orejas y oreja).
Presidencia: A cargo de Luis López Ganza, asesorado por Pedro Oteiza y Luis Felipe Belloso, se mostró generosa en la concesión del primer trofeo; por lo demás, correcta..
Incidencias: Algo más de un tercio de plaza. Tarde lluviosa, de tormenta. El sobresaliente, el mexicano Gerardo Rivera, ejecutó quites al tercero y al cuarto, y compartió rehiletes con Chover en el segundo del levantino. Pablo Simón saludó montera en mano tras banderillear al quinto y destacó en la brega del cuarto.
La lluvia fue ayer el asistente no invitado a la feria del Piquillo de Oro, que celebró su segundo y último festejo, una novillada entretenida por la noble materia prima y por las ganas y el buen hacer de la mano de obra.
Los aficionados tenían centrado su interés en el desenvolvimiento del navarro Javier Marín, quien, tras un primer trasteo dubitativo, despejó la incógnita ante el excelente cuarto, al que le cuajó una magnífica faena. La comenzó con unas templadas verónicas. Ya con la muleta, vio la clase que atesoraba el utrero y el de Cintruénigo estuvo a su altura, en faena cada vez más inspirada, en la que hubo quietud, mando, seguridad, temple, torería, poderío y gusto. Las series con la diestra fueron limpias y al natural lo bordó, en una faena larga en la que el navarro disfrutó, terminada con una estocada desprendida.
Por tal faena, se ganó el derecho a torear el sobrero y fue declarado, por segundo año consecutivo, ganador del Piquillo de Oro. El premio al utrero más bravo fue a parar a ese negro cuarto, llamado Novato, número 46. Justos premios para ambos.
Chover, por su parte, se mostró como un novillero completo; toreó suave de capa, se lució con los avivadores y se mostró variado y mandón con la muleta.