Se probó la bravura de eralas de Ganadería de Pincha, todas de alta nota, de las que el ganadero aprobó cuatro.
El ganadero navarro José Antonio Baigorri ha comenzado a llevar a cabo la serie de tentaderos propios del otoño y del invierno. La finca lodosana El Ontanal fue testigo mudo el domingo y ayer, martes, de las dos primeras pruebas de bravura, con un cartel de lujo: tentaron David Cadavid, Víctor Cerrato, Francisco José Espada y Ángel Téllez, y todos ellos disfrutaron con sus respectivos estilos ante la bravura y la clase de las vacas de Ganadería de Pincha.
El diestro venezolano Cadavid y el novillero madrileño Cerrato fueron los protagonistas del primer tentadero, que, como el segundo, satisfizo por completo al ganadero. Baigorri exige este año a su ganado un puyazo más, seis como mínimo, para poder aprobar la prueba. Pues bien, la primera erala manseó en el caballo pero luego derrochó calidad en la muleta, cualidad que supo aprovechar el diestro americano. Lo mismo hizo con la tercera, procedente de un nuevo semental, que fue brava en el caballo y repitió muy humillada en la muleta.
Cerrato, por su parte, se las vio en primer lugar con una erala muy completa: peleó con bravura en el peto y resultó buena para el toreo. Después, disfrutó frente a la cuarta, posiblemente la mejor vaca de la tienta, pues demostró bravura en la suerte de varas y embistió con gran calidad en la muleta. El joven de Leganés, con humildad y siempre atento al mandato del ganadero, dio clara muestra de querer ser alguien en este difícil mundo del toreo.
El tentadero de ayer, martes, fue muy parecido al primero. La primera vaca manseó en el caballo pero atesoró gran calidad en la muleta. Y la tercera, también procedente de ese nuevo semental, empujó con bravura en el caballo y ante el engaño fue una auténtica máquina de embestir; lo hizo con fijeza, motor, muy humillada, lo que permitió lucirse a Francisco José Espada en tandas de nueve y diez muletazos. El madrileño de Fuenlabrada se mostró como un gran tentador.
Y lo mismo ocurrió con Ángel Téllez, que gustó mucho y se gustó, que se sintió muy a gusto ante las dos de su lote. La segunda fue otra vaca de alta nota, que embistió con calidad y mucho temple. Y de la cuarta, qué decir: fue una burraca que mostró bravura en el peto, que barrió la arena con el hocico y que incluso hizo el avión en su embestida. El diestro madrileño se dio un baño de buen toreo, con unas faenas variadas, templadas, largas, con quietud y mando.
Y es que, además de la clase, otra cualidad del ganado tentado fue la durabilidad. Por tiempo, todas las vacas aguantaron en la muleta dos faenas, repitiendo con fijeza. Lo compró desde un caballo el picador Jorge Martínez ‘Ramitos’, que volvió a ofrecer una lección de buen hacer en la suerte de varas.