BUENA NOVILLADA DE GANADERÍA DE PINCHA EN MONT DE MARSAN

Derechazo de Manuel Perera al quinto, al bravo ‘Cantinero’, merecedor de vuelta al ruedo.

El pacense Manuel Perera, representado por Juan José Padilla, cortó la única oreja de la tarde. Fotografías: www.vueltaalostoros.fr

Ganado: Seis utreros de Ganadería de Pincha, bien presentados aunque desiguales de hechuras y de comportamiento variado, desde el noble con motor primero hasta el quinto, con clase, pasando por lo complicado del cuarto. Ese quinto mereció la póstuma vuelta al ruedo.

Novilleros: Adam Samira (saludos tras aviso y vuelta tras petición), Manuel Perera (silencio y oreja) y Cristian parejo (palmas tras aviso y silencio tras aviso).

Presidencia: a cargo de Pierre Noguès, que se mostró muy riguroso y tacaño, tanto con la música para las faenas como con la concesión de trofeos.

Lugar y fecha: Plaza de toros de Mont de Marsan, Arenas de Plumaçon. 29 de agosto de 2021.

Incidencias: Tarde soleada y agradable. Asistieron algo más de mil personas. Novillada picada organizada por la peña La Muleta de Saint Perdon. Antes del paseíllo, el presidente de la citada peña, Pascal Darquié, recibió el premio ‘Tío Pepe 2019’, de la federación de empresas taurinas de Francia, con dos años de retraso por la pandemia.

José Antonio Baigorri lidió ayer una novillada en la plaza francesa de Mont de Marsan. Terminado el festejo, quedaba la sensación de que los utreros habían estado por encima de los novilleros, que, en general, habían sido mal lidiados y que la mano de obra se mostró algo verde, excepción hecha del extremeño.

Lo cierto es que los seis utreros ofrecieron un juego variado, que tuvieron interés y que cumplieron en catorce encuentros con el caballo. Y, sobre todo, que merecieron perder más orejas, sobre todo el quinto, un novillo de dos orejas al que se debió dar la vuelta al ruedo.

El único trofeo de la tarde lo consiguió Manuel Perera, del quinto, Cantinero, número 18, un utrero que derrochó clase por ambos pitones. Lo recibió de rodillas, a portagayola. Y, tras brindarlo a Richard Milian, realizó una faena completa en la que se sucedieron las series de derechazos y naturales. Mató de una estocada y cobró una oreja, que debieron ser dos. Hubo petición de vuelta, pero el desconcertante palco no lo vio así. Para el ganadero, ese Cantinero había sido el mejor novillo de la historia de su ganadería. Juzguen ustedes mismos.

Frente a su primero, segundo del festejo, Operista, número 48, el único de procedencia Marqués de Domecq (todos los demás provenían de la línea Gerardo Ortega), nada hizo de capa. Después, falto de lidia, el novillo campó a sus anchas; se fue al caballo de reserva y luego al titular. Acusó el castigo en varas y llegó algo tardo al último tercio. Perera lo intentó a golpe de voz pero no lo consiguió. Silencio.

Adam Samira, por su parte, quedó desarmado de salida frente al que abrió plaza, Opotunista, número 68, un ejemplar que derramó nobleza y que además tuvo motor. El joven novillero no terminó de entenderlo, no aprovechó esa noble embestida y no le dio la distancia que pedía. Ejecutó buenos muletazos pero aislados, sin la ligazón deseada. El trasteo careció de transmisión. Recibió un recado presidencial y, tras matarlo, saludó desde el tercio.

Y frente al complicado cuarto, Hípico, número 19, no pasó de discreto. No logró imponerse, dominar al utrero, que embistió con la cara a media altura. Pero mató de una buena estocada, de la que rodó el novillo sin puntilla, y, tras petición de oreja, dio la vuelta al ruedo.

Por último, Cristian Parejo, recibió con buenas maneras a su primero, Picador, número 33, un novillo que le pegó una voltereta, sin más consecuencias, al final de la faena. Recibió un aviso del presidente y las palmas del público por el esfuerzo realizado.

Frente al sexto, Soñador, número 62, se desentendió de la lidia y la dejó en manos de Mathieu Guillon, antes de enfrentarse a él con la muleta. Con ella lo toreó en distancias cortas, hasta ahogar algo la embestida, lo que provocó que se apagase. Aviso del palco y silencio del respetable.

El público abandonó la plaza algo cariacontecido, sin comprender el comportamiento, el criterio de un palco, que debió permitir que sonara la música durante las faenas y conceder más trofeos, por lo menos los que se pidieron desde los tendidos. La novillada fue buena, pero la presidencia, con sus decisiones, le cortó las alas.

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