Ambos criadores de bravo han participado en las X Jornadas sobre el Ganado de Lidia, que en la sesión de hoy casi ha colgado el “no hay billetes”.
Las X Jornadas sobre el Ganado de Lidia, celebradas en la Universidad Pública de Navarra, han puesto esta mañana en una misma mesa a tres pesos pesados del mundo del toro: a los ganaderos Borja Domecq y Adolfo Martín, y al matador de toros Sebastián Palomo Linares. Todos ellos han captado la atención de una sala casi llena de aficionados al toro bravo.
Han acudido a su cita con Pamplona para intervenir en la ponencia ‘El toro de lidia, dos concepciones diferentes’, título con el que ha mostrado su desacuerdo el pamplonés Borja Domecq. “No existen dos concepciones sino sensibilidades, hasta tres, que se tienen que unir: la del ganadero, que es el que trabaja con el toro, la del torero, que interpreta lo que siente ante la embestida del toro, que interpreta lo que realizan toro y torero”.
Tras distinguir entre la figura de los ganaderos –“todos buenos”- y la de los dueños de ganadería –“a los que las cosas les salen mal casi siempre”-, el reconocido criador de bravo ha asegurado que la labor más importante del ganadero es el enlotado. “Los dos actos importantes de la selección, la toma de datos del comportamiento de cada animal, que define a las vacas y sementales que van a continua la estirpe de la ganadería, como en el enlotado que dirige el cruzamiento de todas las generaciones futuras, la sensibilidad del ganadero es la que diferencia a las distintas ganaderías”, ha explicado el propietario de Jandilla.
El criador de bravo pamplonés, por último, ha comparado la labor de un criador de bravo con la de un buen coctelero. “El buen toro sabemos definirlo todo el mundo, pero aproximarse a él en un porcentaje elevado es el éxito que anhela todo ganadero; por eso una ganadería tiene que estar abierta y tener un número de vacas mínimo para que el ganadero, al igual que el coctelero, mirando hacia atrás, pueda ver en la reata de vacas y sementales de cada ganadería las necesidades que los productos de los últimos años están recabando”.
Un toro ideal
Adolfo Martín, por su parte, ha comenzado su intervención haciendo hincapié en la veracidad de los festejos taurinos. “Es una fiesta de verdad, con sangre de verdad y con muerte de verdad”.
Tras realizar un breve repaso de la historia de la ganadería, el prestigioso ganadero ha reconocido que su toro ideal ha sido Malagueño II, número 30, de pelo cárdeno, con un peso de 496 kilos y nacido en febrero de 1996. Fue premiado con los honores de la vuelta al ruedo en San Isidro, en el año 2000; le correspondió a Óscar Higares, quien le cortó una oreja.
“Fue un animal ideal y encastado, un toro completo en todos los aspectos. Si le queremos poner alguna pega, yo se la pondría de salida. Creo que fue un poquito más abanto de lo que suelen ser los toros de la casa. No remató con la rotundidad de otros en los burladeros. Así lo recuerdo porque no he vuelto a verlo, pese a que tengo el vídeo en casa. Volviendo a su juego, comenzó a embestir en el capote, algo que en este encaste en complicado. En la suerte de varas tuvimos la suerte de que lo picó un profesional del campo, un hijo de Ambrosio Martín. Este toro en el caballo empujó, recargó, le taparon la salida y siguió empujando hacia afuera. Lo vimos en plenitud en el tercer puyazo: lo pusieron de largo y se arrancó con mucha alegría.
El propietario de la finca Los Alijares ha continuado describiendo el comportamiento del citado toro en los dos últimos tercios. “En banderillas, fue muy completo. Tuvo la virtud de venirse arrancado y de hacerlo con claridad, algo que el toro de la casa no hace porque suele esperar mucho. Galopó de punta a punta de la plaza. En el último tercio se llegó a comentar entre aficionados antiguos que el toro era demasiado fácil y que daba la impresión de ello por su nobleza y calidad. El toro duró mucho en la muleta de Óscar Higares. No le encontré ningún defecto a este toro”, ha resumido Martín.
Realizada esta descripción, Adolfo Martín ha remarcado la importancia de trabajar sin respiro. “Un toro solo no hace una ganadería. Hay que tener una buena base genética y estar continuamente trabajando con ella. El problema se presenta cuando se quema un número elevado de animales en las tientas sin obtener ningún fruto de ello”.
Por último, Sebastián Palomo Linares ha puesto la parte pinturera a la mesa redonda. Ha explicado su concepto del toro bravo como matador de toros, ha rememorado su tiempo como ganadero, ha remarcado el daño que hace tanto saneamiento y ha dejado unas pinceladas de su otra afición, la de la pintura.