Natural de Bautista al quinto, un toro excesivametne cómodo de cara. Fotografía: Nuria G. Landa.
Garrido cortó una oreja y Hermoso se fue de vacío tras lidiar un encierro decepcionante en presencia y juego.
Ganado: Seis toros de Jódar y Ruchena, primero y cuarto para rejones, todos cinqueños, desiguales, de muy mejorable presentación, terciados, anovillados algunos, pobres de cara otros, nobles pero en tono deslucido, sin transmisión y nada sobrados de fuerza algunos.
Toreros: Pablo Hermoso de Mendoza (silencio y saludos tras petición de oreja), Juan Bautista (oreja y oreja tras aviso) y José Garrido(saludos desde el callejón tras aviso y oreja tras aviso).
Presidencia: A cargo de Eugenia Ovejas, asesorada por el veterinario Ángel Lecumberri y por Gregorio Madurga, correcta en su cometido aunque bien pudo conceder una oreja del cuarto, pedida por buena parte del público.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Tarde soleada y agradable. Bautista sustituyó a Rivera Ordóñez. Garrido hizo el paseíllo desmonterado. Chapurra, que figuró de sobresaliente, no llegó a torear.
Fue una tarde contrastes. Al buen tiempo, a la ilusionante entrada y a la buena disposición de la terna se unió, en el lado negativo, un ganado nada digno ni del centenario coso corellano ni de ninguna otra plaza perteneciente a territorio navarro, de multisecular tradición taurina.
Pese a ser todos cinqueños, llamó la atención las terciadas hechuras de algunos y la pobreza de caras de otros, sobre todo, del quinto, un berrendo en negro con astas como muy despuntadas, como para el rejoneo, al que se le habían sacado dos puntitas para tener aspecto de toro de lidia a pie. Esto me lo comentó un compañero de localidad. Yo le dije que, como no podía demostrarlo, era preferible guardar silenico y ver que juego ofrecían. Y en este sentido, aunque nobles, se dejaron hacer pero sin nada dentro, sin bravura, sin casta, sin clase; nobles sosos, nobles deslucidos, que no convencieron a nadie.
Y así fue el que abrió plaza, soso, sin transmisión, por lo que la chispa la tuvieron que poner los caballos y el jinete. De salida, paró al cinqueño un templado Alquimista, que dio paso Brindis y Beluga en banderillas; con este último y su medido toreo de costado, el estellés consiguió conectar con los tendidos. En el tercio final, con Cayena, mató de medio rejón trasero, el toro tardó en caer y el público guardó un frío silencio.
Pudo cortar una oreja del cuarto, un toro con cierta codicia hasta que decidió pararse y plantarde en los medios. Lo hizo tras la estupenda actuación de Disparate, que lució toreando de costado. Después, la piruetas de Donatelli carecieron de brillo por la nula colaboración del cinqueño. El caballero navarro perdió un trofeo por pinchar y además el palco no consideró mayoritaria la petición de oreja.
El triunfador de la tarde, al igual que el año pasado, fue Bautista, que ofreció un recital de técnica, n exenta de gusto. Con estos cimientos realizó una faena por ambos pitones, recompensada con una merecida oreja.
Su segundo fue un toro con kilos pero sin cara, que, carente de clase, tragó en la muleta. Por ello, todo lo tuvo que poner el espada francés. Estuvo muy por encima del berrendo, con una faena muy medida en tiempos y alturas, muy rica técnicamente. Una estocada caída no emborronó su buen hacer ni tampoco impidió su triunfo.
Garrido dejó asimismo una buena imagen. A su soso primero, le realizó una faena larga, en la que estuvo a punto de ser cogido. Dominó en todo momento al toro pero se le fue la mano en la suerte suprema. Igual de larga fue su segunda intervención pero más templada y mejor rematada.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX