Después de lo visto los años pasados y, sobre todo, éste, los aficionados tenemos la sensación de que la Feria de San Fermín va hacia abajo, especialmente en lo referido al toro, al toro de lidia, al toro bravo.
Y no sólo por el pobre juego dado, sino también por la presentación. Demasiados encierros desiguales, demasiados pitones y, en algunos casos, escaso trapío; además de la falta de variedad de encastes, claro está. Pero, gracias a Dios, a San Fermín, a todo el santoral, hubo toreros. De lo contrario, estaríamos hablando de un cataclismo taurino. El ciclo se caracterizó, en general y salvo algunas excepciones, por la buena disposición de los diestros.
Este hecho permitió que en todas las tardes, en las ocho de la feria, excepto en una, la del 8, se cortasen trofeos, hasta un total de catorce (1,75 de media por corrida de toros), el mismo número que el año pasado, dos más que en 2013 y tres menos que en 2012.
A estos trofeos se les puede sumar dos más, los concedidos en los dos primeros festejos del abono sanferminero, la novillada y la corrida de rejones. Con ellos, la media baja a 1,6 orejas por festejo.
Trofeos democráticos
Prácticamente, todas las orejas concedidas lo fueron por petición popular; dicho de otro modo, sólo un espada paseó las dos orejas de un toro. Fue el triunfador de la feria, Alberto López Simón, al que el alcalde le dio generosamente las dos orejas del sexto de Jandilla, cuando la faena había sido sólo de una; quizá lo hizo para compensar la primera faena del madrileño, merecedora de dos y premiada con una.
En cualquier caso, el diestro de Barajas salió a hombros. Y también lo hicieron otros tres matadores de toros: Miguel Abellán –día 10-, el debutante Paco Ureña –día 11- y Julián López “El Juli” –día 13-, que consiguieron una oreja de cada uno de su lote.
López Simón realizó dos estupendas faenas frente a otros tantos toros deslucidos, sin clase alguna, de Jandilla, ante los que se mostró valiente y torero. Las del también madrileño Abellán fueron de decisión, de tesón, frente un lote de Fuente Ymbro. Por su parte, el murciano Paco Ureña se impuso con dominio a dos toros de Escolar y salió victorioso. Por último, la salida a hombros de El Juli fue la que menos peso taurino tuvo, por lo fácil de los débiles toros de Domingo Hernández.
Consiguieron asimismo un trofeo Sebastián Castella, Iván Fandiño, Eugenio de Mora, Miguel Ángel Perera y Manuel Escribano, todos ellos de manera merecida, con faenas con el peso suficiente para ser reconocidas con trofeo, aunque la de Perera concluida con una casi entera caída.
De este modo, de los veintiún diestros que hicieron el paseíllo en el ruedo pamplonés, doce se fueron de vacío. Alguno, como Luis Bolívar, dejó buena imagen pese a no conseguir trofeos. Otros, la mayor parte no tuvieron opción alguna de triunfo; fue el caso de Francisco Marco, que mató bien a sus dos imposibles toros, Nazaré, Del Álamo, Urdiales, Morenito de Aranda, Jiménez Fortes y Pepe Moral. Paulita, por su parte, recibió un injusto trato por parte del público, que le pitó y mucho, cuando nada pudo hacer ante dos peligrosos toros.
En el lado negativo, la peor imagen vino dada por Alejandro Talavante, que pudo hacer más con los del Victoriano del Río y se le vio falto de compromiso con esta plaza. Asimismo, Juan José Padilla no salió de la vulgaridad y eso que, sobre todo, en su segunda tarde, tuvo en sus manos el mejor toro del festejo, un toro de triunfo. Por último, quien cerró la feria, Salvador Cortés, no llegó al aprobado, aunque lo intentó honradamente; debió manejar mejor el descabello para evitar esa sonora bronca.
Por último, nada que reprochar a la imagen de los novilleros y rejoneadores, que se entregaron en la arena pamplonesa.