Los siete toros de Victoriano del Río en los corrales del Gas.
La feria pamplonesa ha sido este año un desfile de toros con generosos pitones y sin las fuerzas necesarias para la lidia. Respecto a las caras, las ocho corridas han estado muy armadas, como nunca en comparación con las anteriores ferias.
En este sentido, el ganadero triunfador, Victoriano del Río, fue claro: “es probablemente la mejor presentada que he llevado nunca a Pamplona; son muy espectaculares, impresionantes, de llamar la atención algunos”, aseguró refiriéndose a las caras. Son recuperables asimismo las declaraciones del ganadero debutante, Justo Hernández: “es una corrida con muchos cinqueños, muy grande, la más grande que hemos tenido nunca”.
No mentía. Y es que este año se han lidiado muchos cinqueños. De los 57 toros que llegaron al Gas, nada menos que 29, uno más de la mitad, tenían cumplidos los cinco años.
En cualquier caso, respecto a la materia prima, la feria comenzó con mucha mayor tranquilidad que la anterior. En 2013, los equipos veterinarios rechazaron nada menos que dieciséis ejemplares, marcados con el hierro de tres ganaderías señeras del campo bravo, como son Cebada Gago, Torrestrella y El Pilar. Este año, en los anegados corrales, sólo un toro no superó el control de estos profesionales, uno de Dolores Aguirre, “por inutilidad para la lidia”. ¡Vaya cambio!
Respecto al juego, las medidas o escasas fuerzas de los toros han sido el denominador común de bastantes tardes. Prueba de ello es que las segundas varas, incluso algunas primeras, han sido en muchísimas ocasiones pura pantomima, un picotacito o, incluso, ni eso. Otro ejemplo. El Club Taurino de Pamplona, por tercer año consecutivo, ha dejado desierto el premio a la mejor vara. No podía ser de otra manera, porque los puyazos han sido contados y generalmente puestos en mal sitio.
Salvo una, el resto, siete corridas de toros, tuvieron que ser cuidadas en varas, incluidas las de Adolfo Martín y Miura. Preocupante.
Por ello, los premios ganaderos han vuelto a crear controversia entre los aficionados, incluso cierta hilaridad. Vaya por delante mi felicitación al buen ganadero madrileño que es Victoriano del Río. Pero lo normal es que los premios a la mejor corrida y al mejor toro hubiesen quedado desiertos, pues no hubo una corrida completa, una que cumpliese en el peto y diera buen juego en el último tercio. La que más se acercó a este criterio fue la de Miura, pero tampoco fue para premio.
Los toros de Guadalix de la Sierra, desiguales de presencia, muy armados, astifinos, anduvieron faltos de fuerza y ofrecieron un juego dispar; desde varios mansitos rajados hasta dos encastados, el tercero, aplaudido en el arrastre, y el quinto, injustamente premiado con la vuelta al ruedo.
Sobre éste, llamado Español, ha recaído el Carriquiri al mejor toro. Pues ni mereció la vuelta al ruedo ni se hizo acreedor de tal galardón. Es cierto que, aunque limitado por su carencia de fuerzas, fue un toro encastado, que atesoró calidad y repitió con fijeza en la muleta. Pero no fue picado. Vista su carencia de energías, el matador lo dejó crudo de cara a que aguantase en el último tercio. Así me lo dijo personalmente al día siguiente: “es que si dejo que lo piquen…” Y resulta obligado recordar que es precisamente en la suerte de varas donde se mide la bravura del toro. Además, Español acabó rajadito al final de la faena.
Respecto al resto de las ganaderías, defraudaron completamente Torrestrella y Adolfo Martín. Tuvo clase la debutante de Garcigrande-Domingo Hernández pero muy justas fuerzas, al igual que las nobles de Jandilla y Fuente Ymbro; de ésta un toro fue devuelto por rozar la invalidez y otro debió llevar el mismo camino, aunque luego sirvió en el último tercio. Únicamente, cumplió en varas la de Dolores Aguirre, que resultó deslucida en la muleta. Y resultó interesante, con toros toreables y un Olivito de triunfo, la de Miura; posiblemente, fue la más completa, aunque los jurados no lo han visto así. ¿Qué ganaderías repetirán y cuáles no? Como siempre, la comisión taurina tiene la palabra, no el aficionado y tampoco el abonado
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX