Vicente Soler logró salir a hombros en San Adrián. Fotografía: Isabel Virumbrales.
Buena novillada de Puerto de San Lorenzo, con un eral aplaudido en el arrastre.
Ganado: Tres erales del Puerto de San Lorenzo y uno de La Ventana del Puerto, bien presentados. El segundo fue aplaudido en el arrastre.
Gabriel Pericás: saludos tras leve petición y silencio tras aviso.
Vicente Soler: dos orejas y oreja.
Presidencia: a cargo de Emilio Cigudosa, asesorado por Juan Martín Muro y Belén Ferrer, cumplió sus funciones con cierta generosidad.
Incidencias: tres cuartos de entrada. Tarde soleada. Los novilleros compartieron el tercio de banderillas del primero y segundo novillos.
Interesante el inicio de la feria del Espárrago de oro. Con tres cuartos de entrada en los tendidos se lidiaron tres erales del Puerto de San Lorenzo, primero noble, segundo incansable que murió con la boca cerrada y cuarto exigente y muy cuajado, que desarrolló cierto genio. Hizo tercero un astado de LaVentana del Puerto, que, a la postre, resultó ser el más complicado de la tarde.
Vicente Soler se mostró afanoso frente a sus dos ejemplares. En el primero de su lote estuvo variado con el capote. Comenzó con faroles de rodillas y ya en pie lanceó a la verónica para sacárselo a los medios y rematar por chicuelinas.
Intentó lucirse en banderillas pero no ajustó en el embroque y las colocó poco reunidas. Ya con la muleta citó de largo, supo aprovechar por ambos pitones la embestida del eral. Corrió la mano en el toreo al natural y en los compases finales de la faena llegó a los tendidos con pases cambiados por la espalda. Adornos en forma de molinetes de rodillas antes de finiquitar con una estocada entera al precioso colorado del Puerto, que fue aplaudido en el arrastre. Cortó dos orejas, la primera de ley y la segunda un tanto generosa.
En el que hizo cuarto faltó mando; ya de mitad de faena en adelante Soler se dio cuenta de que bajando la mano el astado humillaba. Por el pitón derecho se venía vencido, quizá fuera por eso por lo que Soler no intentó la ligazón con la mano izquierda y decidió torear de uno en uno. Anduvo bien con la espada tirándose de verdad. El palco le concedió otro trofeo.
Gabriel Pericás, a pesar del lucido tercio de banderillas en el que abrió plaza, no tuvo su mejor tarde y es que faltó temple en sus dos actuaciones. En el primero de su lote no llegó a acoplarse, anduvo dubitativo. Lo más destacable de su actuación, fue la estocada.
El recibimiento a su segundo fue de rodillas, se le vio voluntad pero lidió con el más complicado del encierro. Con la pañosa comenzó con ayudados por alto, un inicio de faena poco aconsejable para una res que estaba suelta, muy suelta. Pericas pasó apuros y le faltó confiarse de verdad para adelantar el engaño y llevar al animal enganchado. Falló con los aceros y escuchó un aviso.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX