TRIUNFO ROTUNDO E INCONTESTABLE DEL GANADERO NAVARRO BAIGORRI

Derchazo de Juan Miguel a su primero, 'Desertor', un extraordinario utrero que fue premiado con la vuelta al ruedo.

Derchazo de Juan Miguel a su primero, ‘Desertor’, un extraordinario utrero que fue premiado con la vuelta al ruedo.

Sus seis utreros fueron aplaudidos de salida, al segundo se le premió con la vuelta al ruedo y otros tres fueron ovacionados en el arrastre.

Ganado: Seis utreros de Ganadería de Pincha, magníficamente presentados, cuajados, serios de cara, astifinos, que cumplieron sobrados en varas y que llegaron al último tercio con fuerza y calidad en mayor o menor grado, salvo el reservón cuarto; todos fueron aplaudidos de salida; el segundo fue premiado con la vuelta al ruedo y el 1º, 5º y 6º, ovacionados en el arrastre.

Novilleros. Francisco Expósito: vuelta tras aviso y saludos desde el tercio. Juan Miguel: dos orejas y oreja. Javier Marín: saludos y oreja.

Presidencia: A cargo de Javier Busto, asesorado por Miguel Ángel Barcos y el veterinario Román Elorz, regular por regalar una puerta grande al conceder la segunda oreja del segundo de la tarde; por lo demás, bien, sin problemas.

Incidencias: Algo más de tres cuartos de plaza. Tarde nublada y calurosa. Expósito y Juan Miguel hicieron el paseíllo desmonterados. Los subalternos Pedro Cebadera y Venturita saludaron montera en mano tras banderillear al tercero y cuarto, respectivamente. Gran ambiente taurino, con aficionados de diversos puntos de Navarra. Medio centenar de socios del Club Taurino de Pamplona se desplazó en autobús hasta Peralta para presenciar la novillada picada. Y ninguno salió defraudado; al contrario, todos abandonaron la plaza con ganas de volver.

Si el cartel de la tercera de feria formaba ya parte de la historia taurina de Navarra, la novillada picada, el festejo en sí, pasará asimismo a a la historia, permanecerá mucho tiempo en la memoria de los aficionados, que tardarán en olvidar la gran tarde de toros que se vivió ayer en Peralta.

Si, de toros, porque esa presencia tuvieron. Y también de bravura, por su pelea en varas y por su calidad -con distintos matices- en el último tercio. Pasadas las ocho de la tarde, un hombre era o se sentía completamente feliz, el ganadero, el lodosano José Antonio Baigorri, que sabía que había dado un paso importante en su trayectoria, después de mucho trabajo y sacrificio -y sinsabores también-, y que había puesto a todos de acuerdo sobre la gran novillada que había lidiado.

Del extraordinario encierro, dos ejemplares sobresalieron, el segundo, el burraco Desertor, y el quinto, el negro Legionario; precisamente, el lote del madrileño, que logró un triunfo merecido, aunque con una oreja de regalo.

A su encastado y bravo primero, le realizó una faena de altibajos, en la que se dejó tocar demasiado el engaño. El utrero tuvo fijeza, codicia, nobleza, muy buen tranco; el defecto del calamocheo inicial lo fue perdiendo y el utrero fue a más, repitiendo muy humillado. El madrileño dibujó buenos derechazos, redondos y naturales, y mató de una estocada hasta la bola. Desertor abandonó este mundo con la boca cerrada, sin saber que le esperaba una póstuma vuelta al ruedo en reconocimiento a su bravura. También pudo recibir tal honor su hermano Legionario, otro ejemplar con mucha clase -y mucho motor- al que el de Colmenar de Oreja supo meterlo en la muleta y llevarlo muy empapado; de este modo, se pudieron ver dos grandes series con la diestra. La faena tuvo más calidad que la anterior y sólo el descabello le privó del segundo trofeo de ese quinto.

Respecto a los navarros, ambos tuvieron una buena actuación. Expósito dejó pasajes de mucho gusto ante el noble que abrió plaza, sobre todo en dos series de derechazos; después el trasteo, como el utrero, fue a menos; de todos modos, si el toro llega a doblar después de recibir esa casi entera trasera, le habrían pedido una oreja. Con el reservón cuarto, no tuvo opción y aquí sí se notó el oficio.

Marín, por su parte, no tuvo suerte. Su primero, hasta lastimarse de manos, hizo todo bien y el cirbonero, también, de capa y de muleta. Su segundo, con dos finos puñales, fue exigente, tuvo mucho que torear y Marín estuvo ahí, dando la cara y jugándosela, muy en novillero; mató de una trasera y cobró un merecido trofeo.

Ganadero y novilleros se ganaron otra oportunidad. ¿Por qué no el 5 de julio en Pamplona?

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