Dos de los cuatro novillos de Ganadería de Pincha fueron premiados con la póstuma vuelta al ruedo. Imágenes.
Ganado: Cuatro utreros de Ganadería de Pincha, aunque algo desiguales, de buena presentación, cuajados, que cumplieron en varas y de buen juego en conjunto, con el segundo y el bravo cuarto premiados con la vuelta al ruedo en el arrastre; el primero fue aplaudido.
Novilleros: Antonio Catalán ‘Toñete’ (oreja tras aviso, silencio en el que mató por Domínguez y oreja) y Darío Domínguez (cogido por el segundo y dos orejas).
Presidencia: A cargo de Luis López Ganza, asesorado por el veterinario Pedro Oteiza y por Adrián Vaquero, generosa al conceder la vuelta al ruedo al segundo de la tarde y en la concesión de la segunda oreja del cuarto utrero; por lo demás, cumplió correctamente su cometido.
Incidencias: Más de media plaza. Tarde soleada y agradable, aunque con molesto tiempo. Domínguez, que debutó con picadores, sufrió un corte en la mano izquierda al matar al segundo, pasó a la enfermería y salió de ella para lidiar a su segundo. Este joven vallisoletano estuvo arropado por un centenar de seguidores, que llegaron a Lodosa en dos autobuses. Francisco Hidalgo, mayoral de Ganadería de Pincha, dio la vuelta al ruedo tras la muerte del cuarto.
La XIX Feria del Piquillo de Oro se abrió ayer con una buena novillada, interesante, entretenida, rica en matices, que satisfizo a todos los asistentes y también a los jóvenes actuantes. Vamos, de las que hacen afición.
En tal situación, el gran triunfador de la tarde fue el ganadero, que lidió cuatro buenos utreros por su hechuras y por su juego; del conjunto, destacó el encastado segundo y el bravo cuarto, que posiblemente habría sido indultado en el país vecino. Aquí, sin embargo, por un absurdo legal, no está permitido.
Fue el lote del vallisoletano Domínguez, que debutaba con los del castoreño. Frente a su encastado primero estuvo tan voluntarioso como precipitado en una faena de altibajos. Ante el bravo cuarto, que recibió tres varas, y mantuvo su clase en el último tercio, no pasó de voluntarioso, pero entre que mató al segundo intento y la presión de sus seguidores…
Toñete se presentó en Navarra, su tierra de adopción y lo hizo con buen pie y mejor estilo. Era su segunda cita con caballos. Ante el noble pero no tonto primero, se lució sobre todo en redondo. Su segundo, suave como la seda, le pemitió un toreo muy templado, pausado, y bien rematado con el estoque.