A Toñete jamás le supo mejor una tormenta.
El novillero madrileño ha conseguido el único trofeo de la tarde, tras una emotiva faena con ciertos tintes épicos. Imágenes: Javier Arroyo.
Ganado: Seis utreros de Conde de Mayalde, bien presentados, con buenas hechuras, de juego variado, aunque con un fondo común de bondad.
Novilleros: Pablo Atienza (silencio tras aviso y silencio tras dos avisos), Alfonso Cadaval (saludos tras leve petición y silencio) y Toñete (ovación y oreja).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). 21 de mayo.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Feria de San Isidro. Cadaval y Toñete se han presentado en esta plaza.
El novillero madrileño, de raíces navarras, Antonio Catalán ‘Toñete’, se ha presentado esta tarde en Las Ventas con el utrero Guardamonte II, negro listón, número 30, guarismo 5, nacido en octubre de 2014, de 482 kilos y de Conde de Mayalde, tercero de la tarde. Un novillo algo cuesta arriba, bajo y más agradable por delante que los dos anteriores, cornidelantero, que ha tomado con celo los engaños y permitido al novillero saludarle con bríos a la verónica. En el caballo, el utrero se ha dejado pegar.
El comienzo de faena ha sido bueno. Ha toreado encajado y despacio para sacarlo de las rayas. Después, se han sucedido los estatuarios con la mirada clavada en la arena. Seguidamente, ha toreado en redondo con soltura. Pero el novillo, más desrazado que los anteriores, a pesar de su bondad, ha obligado a torear de uno en uno, porque también le ha faltado repetición en los engaños. El novillero ha firmado al natural muletazos con belleza, con temple pero sin la ligazón deseada. Le ha faltado transmisión al utrero y la faena no ha encontrado eco. Ha matado de un pinchazo y una estocada contraria, y el joven madrileño ha respondido a una ovación saludando desde el tercio.
Toñete ha conseguido el triunfo, bajo un diluvio, frente al que ha cerrado plaza, Buzonero, negro bragado, número 31, guarismo 5, nacido en agosto de 2014, de 500 kilos y también de Conde de Mayalde. Fino de cabos y más largo que sus hermanos, ha salido de chiqueros cuando han empezado a caer las primeras gotas. Gotas que se han convertido en copioso aguacero, granizada por momentos, que ha durado toda la lidia de Buzonero. Se ha dolido ante el castigo en el caballo y ha esperado en banderillas, buscando las querencias.
A pesar del tremendo diluvio, que no ha bajado de intensidad en ningún instante, Toñete le ha puesto la muleta como si no hubiera lluvia alguna. Ha buscado siempre un buen embroque y ha tratado de torear con despaciosidad. Se han sucedido las tandas, ligadas, y el trasteo ha adquirido tintes épicos, de tremenda emotividad. Ha terminado con una estocada contundente y ha cobrado una oreja de ley.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX