Salida a hombros en loor de multitudes de Hermoso de Mendoza y Moura.
Hermoso saldó su gran tarde de toreo a caballo con cuatro orejas; Moura cortó dos y Manuel Manzanares, una.
Ganado: Seis toros de Rosa Rodrigues, correctamente presentados, bajitos algunos, mostraron fijeza y buen son, y resultaron colaboradores, salvo el rajado segundo.
Pablo Hermoso de Mendoza: dos orejas con fuerte petición de rabo y dos orejas. Salió a hombros.
Manuel Manzanares: silencio y oreja.
Miguel Moura: oreja con petición de la segunda en ambos. Salió a hombros.
Presidencia: A cargo de Begoña Ganuza, asesorada por Jesús Miguel Blanco y Lorenzo Gómez de Segura, cumplió bien su cometido.
Incidencias: Más de tres cuartos de plaza. Tarde soleada y agradable. Un hijo de Pablo Hermoso de Mendoza, Guillermo, ejerció de alguacilillo. Magnífico ambiente en toda la plaza.
El año que viene celebrará sus ‘bodas de plata’ como rejoneador, que se dice pronto. Veinticinco años en los que lo ha conseguido todo. Y, pese al tiempo pasado, sigue innovando, revolucionando el mundo del toreo a caballo. Lo último, una nueva suerte. La ejecutó por primera vez el pasado domingo en Huelva, donde también triunfó.
Después, atravesó la península para torear en su tierra. Y ayer la presentó en Navarra, ante el primero de su lote, el que abrió plaza. Primero lo recibió sobre una nueva montura, un hijo de Curro que todavía no tiene nombre y que no había toreado ni en la finca, aunque por su actuación pareció que llevaba años toreando, pues llevó muy bien encelado al toro de salida, un ejemplar con fijeza y codicia.
Ya en el tercio de banderillas, el maestro estellés optó por Disparate y con él ejecutó esa nueva suerte, llamémosle Hermosina, porque es vistosa y hace vibrar. Consiste en torear de costado, al hilo de tablas, y ofrecer, alternativa y repetidamente, cada lado de la grupa del caballo, a escasos centímetros de los pitones. En el toreo a pie podría equivaler a la luquesina (natural, derechazo, natural, derechazo…). Lo cierto es que, al ejecutarla, puso al público en pie. Y que la emocionante faena mantuvo su tono con la salida de Viriato y su toreo de cercanías, en redondo, cara a cara con el cuatreño, en rácanas distancias. En el último tercio, ya sobre Pirata, puso la plaza al rojo vivo con las cortas y numerosos adornos -incluido el teléfono-, que prologaron un rejonazo de efectos fulminantes. Si el palco no concedió el rabo fue por moderación, por tratarse del primer toro y no poner el listón al máximo desde el principio del festejo.
El segundo del lote del navarro, con más kilos, tuvo distinta condición. Emplazado, se dedicó a esperar hasta que se arrancaba pronto tras las monturas. Por ello, la faena tuvo más poso torero y fue de menos a más, posiblemente por el handicap de la merienda. Tras iniciarla con el temple de Napoleón, la labor de Van Gogh y Gurú en banderillas fueron elevando el tono del trasteo, que alcanzó su cénit en el último tercio con la labor con Pirata, sobre todo con un par de cortas a dos manos, que levantó al entregado de sus asientos. En esta ocasión, el rejonazo llegó al segundo intento, lo que no impidió que se concediesen dos justas orejas.
El otro triunfador de la tarde fue el más joven de la saga de los Moura, Miguel, quien, casualidades de la vida, nació el día de San Fermín. A sus 17 años, mostró estupenda maneras sobre el ruedo y demostró que tiene una gran proyección por delante. Toreó con ortodoxia, ofreciendo la cara de sus monturas y un templado toreo de costado. En su segunda faena, las ganas de triunfo le precipitaron y por eso hubo demasiadas pasadas en falso. Pero si algo tiene es tiempo para madurar su toreo. Además, con la hoja de peral anduvo certero –dos rejonazos, uno bajo y otro trasero-, lo que le permitió firmar su primera puerta grande en Navarra.
Manzanares, por último, rozó la puerta grande. Tuvo una buena actuación, sobre todo en banderillas con Farruquito y Mazantini, pero no anduvo tan certero a la hora de matar y eso tiene su precio.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX