TARDE DE REJONES DEMASIADO LARGA Y PARA EL OLVIDO EN TAFALLA

Ana Rita pasea en triunfo una oreja, la única que se concedió a lo largo del festejo.

Ana Rita cortó la única oreja de la tarde, de ínfimo peso, pero el mejor toreo a caballo lo puso el riojano Domínguez. Reportaje fotográfico: Alberto Arelizalde.

Ganado: Seis toros de Lora Sangrán, bien presentados, con kilos y hondos, manejables en conjunto; primero, segundo y quinto tuvieron fuerza y transmisión.

Rejoneadores: Sergio Domínguez (vuelta tras petición y silencio), Ana Rita (vuelta y oreja) y Mario Pérez Langa (silencio tras aviso y silencio).

Presidencia: A cargo de Marta Gómez, asesorada por Francisco Sagardía y el veterinario Fernando Gaviria, correcta.

Incidencias: Media plaza. Tarde tirando a fresca de nubes y claros. Cuarta de feria.

La corrida de rejones de la Feria de Tafalla se convirtió en un festejo largo y tedioso. Sólo se salvó de la quema el ganado y el rejoneador calagurritano. Los otros dos, sobre todo el tercero, protagonizaron una tarde para el olvido, que poco tuvo que ver con el verdadero toreo a caballo.

Sergio Domínguez lidió al que abrió plaza, un castaño de hechuras y juego importantes. El calagurritano se mostró un tanto frío de inicio. La faena fue de menos a más, pero sin llegar a despertar pasiones. Un rejón desprendido al primer intento y un certero descabello redujeron la petición de oreja. Dio una merecida vuelta al ruedo.

Después, ante el importante cuarto, realizó la mejor faena de la tarde, aunque algo pasada de tempo. Destacó sobre todo en los quiebros en banderillas, medidos y eficaces. Pero mató mal –rejón atravesado y descabello- y por ahí se le escapó cualquier posibilidad de triunfo, tanto que el público acabó guardando silencio.

Ana Rita, por su parte, no dio una frente a su primer toro. Le costó sudores dejar los rejones de castigo, y clavó de aquella manera. En banderillas también fue un desastre; falló continuamente. En fin, para el olvido.

Mejoró algo su imagen frente al quinto. Según Manuel Sagüés, realizó “una faena inconexa y a trompicones”. Pero dejó un rejonazo de efectos fulminantes y por ahí cobró una oreja de mínimo peso taurino.

Por último, Pérez Langa no tuvo su tarde, o firmó una de sus peores actuaciones. Descordó al tercero con un rejón de castigo. Salió el tercero y lo lidió sin pisar terrenos comprometidos, estuvo muy aseado, demasiado. Y clavó más hierros de lo aconsejable y permitido. Mató de un rejón que hizo guardia, sonó un aviso, y terminó con varios golpes de descabello.

Y ante el sexto, cuando ya comenzaba a anochecer, le pudieron las prisas y, según la misma fuente, “una leve cornada” al caballo Garibaldi. Puso punto final a su actuación con una sucesión de pinchazos que reflejaron su mala tarde.

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