‘SOBRALDOS’ DE NOBLEZA EN PERALTA. CRÓNICA DE LA PRIMERA DE FERIA

El pacense Silva cerró con manoeltinas su faena ante el que abrió plaza. Fotografía: Alberto Galdona.

Silva se llevó el lote y salió a hombros, y Pereira sufrió una cornada de cinco centímetros en la rodilla derecha. Galería de imágenes de Alberto Galdona.

Ganado: Seis utreros de Sobral, bien presentados, cómodos de cara, de medidas fuerzas, nobles y de buen juego en general, salvo el parado y reservón quinto; primero y cuarto fueron aplaudidos en el arrastre.

Toreros: Miguel Ángel Silva (oreja y oreja con petición de la segunda tras aviso), Igor Pereira (silencio tras aviso y silencio) y .Antonio Catalán “Toñete” (saludos desde el tercio tras aviso y vuelta al ruedo tras petición de oreja).

Presidencia: A cargo de Juan Carlos Castillo, asesorado por la veterinaria Ana Lucía San José y por Santiago Campo, cumplió correctamente su cometido, salvo al negar una oreja del quinto, cuando la petición fue similar a la del primero.

Incidencias: Primera de feria. Dos tercios de plaza. Tarde nublada y de calor agobiante. Pereira y Toñete hicieron el paseíllo desmonterados. El primero fue cogido por el segundo de la tarde y, tras matarlo, pasó a la enfermería, donde se le apreció un varetazo y una cornada de cinco centímetros en la parte posterior de la rodilla derecha. Salió de ella, se corrió turno y pudo lidiar y estoquear al sexto y último de la tarde.

Buen comienzo de feria, por la calidad de la materia prima y por la buena disposición de los tres novilleros, que siempre quisieron agradar y que buscaron un triunfo. Pero sólo uno lo consiguió, el pacense Silva, que se llevó el lote de la tarde y que, a su manera, lo aprovechó.

Y es que los utreros de Sobral, muy variados de capa, los conocidos como ‘cebadas’ portugueses dieron interés a la novillada. No anduvieron sobrados de fuerza y se les midió mucho el castigo, se les cuidó en varas.

Pero en el último tercio, salvo el parado quinto, embistieron con nobleza, tuvieron fijeza y repitieron con calidad, en distintas dosis; las mayores las poseyeron el que abrió plaza, todo clase, y el encastado cuarto, Manijero, un bonito salinero que repitió humillado por ambos pitones, y que no se cansó de embestir. Eso sí, fueron nobles pero no tontos. Por ello, Pereira sufrió una espectacular cogida y Silva a punto estuvo de sufrir otra al perderle la cara a ese cuarto. El público le avisó y el de Zafra pudo reaccionar a tiempo para evitar el percance.

Este novillero se llevó el gato al agua. Realizó dos faenas similares, largas -en la segunda recibió un aviso sin haber entrado a matar-, por ambos pitones, con firmeza y sin apreturas, aseadas. De hecho, su vestido de luces quedó impoluto, presentaba similar limpieza al principio y al final de su actuación. En cualquier caso, justo triunfo por su entrega.

Antonio Catalán “Toñete” volvió a dejar buena imagen en la que fue su tercera novillada con picadores y la segunda en tierras navarras, de las que desciende.

Gustó más frente al novillo malo del encierro, un garbanzo negro reservón, que terminó completamente parado. Ante tal situación, no le quedó otro remedio que acortar las distancias y pegarse un auténtico arrimón, con muletazos poderosos, firmes, de uno en uno, que reflejaron seguridad en sí mismo; a la hora de matar, se volcó y dejó un estoconazo pelín desprendido del que el utrero rodó sin puntilla. El público pidió una oreja que mereció, salvo para el palco.

Ante su primero, encastado por el derecho, se sintió más a gusto toreando al natural, pues por el izquierdo el de Sobral fue bueno pero menos exigente. Realizó una faena de altibajos respecto al dominio que no remató con el estoque.

Pereira fue todo verde voluntad, tanto con los rehiletes como con la muleta. Demostró valor y salió casi ileso, que no fue poco.