QUINTA CORRIDA DE LA FERIA DEL TORO. CRÓNICA. «ESTRELLAS SIN BRILLO»

Marco ciand

Marco ciand

Puerta grande popular para David Mora y oreja de peso al temple de Francisco Marco.

Ganado: Seis toros de Torrestrella, correctos de presentación, con un tercero flaco y anovillado, con cara todos, nobles en conjunto, salvo el complicado quinto, y muy escasos de fuerza.

Francisco Marco: silencio y oreja.

Iván Fandiño: saludos desde el tercio en ambos.

David Mora: oreja en ambos. Salió a hombros.

Presidencia: A cargo de Iñaki Cabasés, asesorado por Nuria Crespo y Josetxo Gimeno, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Lleno aparente. Tarde soleada y calurosa. Fandiño fue cogido y duramente pisoteado por el quinto; tras matarlo, pasó a la enfermería, de donde fue trasladado al Complejo Hospitalario de Navarra, para ser sometido a un escáner.

La corrida de ayer fue rica en matices. Y la tarde se salvó por la mano de obra, no por la materia prima, que, como en  tardes anteriores, volvió a defraudar.

Los toros de Torrestrella se movieron con nobleza pero, en muchas casos, a duras penas por su alarmante falta de fuerza. Prueba de ello es que la casi totalidad de los toros apenas fueron picados, se quedaron crudos. Si los picadores se llegan a quedar en el patio de caballos, no habría pasado nada. Y respecto a la presentación, el encierro gaditano dejó bastante que desear; tuvo cara sí, pero hubo algún ejemplar de más que cuestionable trapío, como el tercero, flaco, anovillado, sin culata, que, sin embargo, superó el reconocimiento del equipo veterinario. Verbigracia.

Como ya he indicado, la mano de obra estuvo por encima de la deficiente materia prima y salvó la tarde. La faena más torera de la tarde la realizó Marco frente al cuarto, al que recibió con gustosas verónicas, antes de lucirse en quite por chicuelinas. Al colorado ejemplar, algo tardo y nada sobrado de fuerza, lo toreó con suavidad y temple a raudales en varias series de derechazos y en redondo. El espada navarro supo superar una doble adversidad: la de ser un astado sin transmisión y la de tratarse del cuarto toro -el de la merienda-. Con mucha paciencia fue creando un trasteo muy ortodoxo, sin apenas concesiones a la galería. Lo intentó al natural, pero al toro le costaba mucho pasar por ese pitón. Tras unas manoletinas, terminó con una casi entera, algo tendida, y cobró una merecida oreja, uno de los trofeos con más peso de lo que llevamos de feria.

Ante el primero, que no dejó de doblar las manos tras el primer puyazo, sólo pudo realizar una labor de enfermero, llevándolo a media altura para tenerlo en pie. Buena labor de Marco, serio candidato a posibles sustituciones.

Pero el mayor triunfador no fue el estellés sino el madrileño, por aclamación popular -oreja y oreja-, no del aficionado. Ante el anovillado tercero, que tuvo calidad mientras no perdió las manos, ejecutó una faenita fácil, carente de la más mínima emoción. Toreó más cómodo que un tentadero y como el gran público tenía ganas de divertirse, le premió con una orejita tras una desprendida. Y logró otra del sexto, un jabonero de media embestida, que no terminaba de pasar, al que le hizo una faena de muchos muletazos, faltos bastantes de limpieza y de calidad. La buena estocada le pusO en bandeja la segunda oreja.

Fandiño pechó con el peor lote y se libró de la cornada de milagro. El capotillo de San Fermín le salvó con su quite.

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