Ganado: Tres utreros de Rocío de la Cámara, los impares en la lidia, y tres de Cortijo de la Sierra -del mismo propietario y similar procedencia-, bien presentados, cuajados, serios de cara y de juego dispar; noble el primero, encastadito el segundo; un prenda el tercero; manso de libro el cuarto; soso el quinto y encastado con clase el sexto. ovacionado en el arrastre.
Imanol Sánchez: silencio en ambos.
Mario Alcalde: saludos y saludos tras aviso.
Rafael Cerro: saludos en ambos.
Presidencia: A cargo de Javier Busto, cumplió correctamente su cometido.
Incidencias: Media plaza. Tarde soleada y calurosa. Alcalde y Cerro hicieron el paseíllo desmonterados. Los subalternos Pedro Gonzálvez y Venturita saludaron montera en mano tras banderillear al segundo y al cuarto respectivamente. Fue asimismo aplaudido el picador Teo Caballero por su labor ante el tercero de la tarde.
Nadie se aburrió ayer en el coso peraltés. Y la culpa la tuvo la seria novillada de Rocío de la Cámara. Bien por su calidad bien por su mansedumbre bien por su peligro, el encierro gaditano mantuvo siempre el interés del público. Los utreros -la mayoría a falta de un mes para cumplir los cuatro años- ofrecieron un abanico de comportamientos, del que mejor parado salió Mario Alcalde.
Tuvo en primer lugar un novillo encastadito, con mucho que torear y nada fácil, con complicaciones, pues se defendía echando la cara por las nubes, tanto que, un par de ocasiones, sus pitones rozaron las mejillas del novillero. El madrileño dejó buena imagen, pues no se achicó, se mantuvo en el sitio y lo toreó por ambos pitones en series cortas. La pena fue que pinchó antes de dejar una estocada delantera. Y es que lo pinchazos volvieron a ser un denominador común en la tercera de feria. Su segundo, el quinto, tuvo todas las hechuras de toro, de un serio toro que embistió con sosería y que se fue parando poco a poco. Alcalde se puso a su altura y ejecutó un trasteo tan soso como su oponente, con muletazos, muy de uno en uno, carentes de contenido. Por lo menos, mató de la única estocada de la tarde, una caidita, que no sirvió de mucho pues el puntillero levantó al novillo en tres ocasiones.
El mejor toreo de capa lo interpretó Cerro frente al encastado sexto, al que sólo le faltó un punto de fuerza para ser un gran utrero. Y, asimismo, el cacereño realizó la mejor faena de la tarde, de más a menos, comenzada con dos cambios por detrás en los medios, continuada con dos series ligadas en redondo y otras dos de naturales, y finalizada con un toreo demasiado encimista ante un ejemplar que reclamaba sitio. Y, como pinchó, se quedó sin premio. Su primero, el tercero, fue un prenda que sólo quería torero y no engaños por el pitón derecho; por ello, lo aprovechó por el otro ayudándose y firmando una digna actuación.
Sánchez tuvo un primer lugar un novillo noble al que debió sacarle más partido e, incluso, cortarle algún trofeo. El último utrero de su etapa de novillero, llamado Cantaor, fue un manso de libro ante el que no quiso arriesgar a cuatro días de su doctorado. Suerte.