ROCA, REY CON EL PALCO. CRÓNICA DE LA SÉPTIMA DE LA FERIA DEL TORO

La presidencia concedió las dos orejas del tercero de la tarde, cuando con una era suficiente.

La presidencia concedió las dos orejas del tercero de la tarde, cuando con una era suficiente.

La presidencia no resistió a la presión popular y regaló a Andrés Roca Rey la puerta grande. Imágenes: Diario de Navarra y Enfoque Taurino.

Ganado: Seis toros de Joaquín Núñez del Cuvillo, bien presentados, aunque muy desiguales de hechuras, serios, astifinos, mimados en varas, nobles, con clase en conjunto aunque no sobrados de motor.

Diestros. Sebastián Castella (silencio tras aviso y oreja tras aviso), Miguel Ángel Perera (saludos tras aviso y saludos) y Andrés Roca Rey (dos orejas y silencio).

Presidencia: A cargo de Enrique Maya, asesorado por la veterinaria Rosa Loranca y por Fernando Moreno, muy mal por conceder la segunda oreja del tercer toro y regalar así una salida a hombros; por lo demás, correcta en su cometido.

Incidencias: Lleno aparente. Tarde nublada y fresca, con magnífico ambiente en la plaza. Buenos pares de rehiletes de Curro Javier al segundo de la tarde.

Pese a ese regalo presidencial, la corrida de toros de ayer fue más propia de la llamada Feria del Toro que la del día anterior. Hubo más toro, un poco más, y todo cobró más importancia.

Cierto es que el encierro fue mimado, muy cuidado en varas. Pero las hubo en los primeros encuentros, y con toros que empujaron, con los riñones y con fijeza. Eso sí, los segundos encuentros fueron pura pantomima; marcar y ya está.

Y en estas condiciones, los toros tuvieron movilidad y embistieron con clase la mayoría. No anduvieron sobrados de fuerza pero tampoco doblaron las manos como en la triunfalista tarde anterior.

En cualquier caso, la gente abandonó la plaza contenta, satisfecha de lo que había presenciado y es que, como en otras bastantes tardes, el festejo fue rico en matices.

La tarde y el palco arrojaron un claro triunfador, un joven peruano de 19 años que ya había salido a hombros seis días antes. Ayer, volvió a abrir la puerta grande, pero, sobre todo, salió ileso. Y es que, dentro de todo, hubo suerte, pues la tarde pudo ser de intenso trabajo para la buena enfermería de la plaza.

Roca Rey, ante su primero, se lució de salida de capa, por tafalleras concluidas en forma de farol. O algo así, en plan virtuoso. El toro empujó con los riñones en la primera vara; la otra, marcada. Al intentar ejecutar un quite de su firma, fue espectacularmente cogido, por fortuna sin mayores consecuencias. Y es que el toro llevaba la cara muy suelta y nunca terminó de entregarse.

Se repuso y aprovechó el buen pitón izquierdo del astado en tres tandas de naturales, la última con un cambiado de poner los pelos de punta, de elevar la tensión del respetable. Para entonces, Hidalgo y su equipo ya tenían los guantes puestos, pues se barruntaba cogida. Unas manoletinas, de pie y de rodillas, prologaron una estocada caída, que miraba a los sótanos. El público, entusiasmado de lo presenciado, pidió con fuerza la segunda oreja -algo que no es su competencia, pero en fin…- y el palco acabó cediendo a la presión. El gran público quedó satisfecho, no así el aficionado, que sintió otro bofetón a la seriedad de la feria. Y van…

Roca Rey no pudo redondear la tarde. Y, con la puerta grande asegurada, tampoco se rompió la cabeza para conseguirlo. Aunque, la verdad por delante, el sexto fue el garbanzo negro del buen encierro gaditano. Un ejemplar deslucido, al que toreó algo con la diestra, entre enganchones. El joven peruano ha cobrado cinco orejas en dos tardes, lo que, sobre el papel, está muy bien.

Castella, por su parte, derramó torería, en su estilo, tranquilo, casi parsimonioso, ajeno a toda prisa, incluso a tiempos de avisos. Ante su primero, comenzó la faena por estatuarios y continuó ligando en redondo. El toro, noble pero no tonto, echó la cara alta por el izquierdo y, pese a ello, se empeñó en torear por ese pitón. Fue su error, ése y el de no manejar el estoque con mayor acierto. De lo contrario, habría cobrado un trofeo, el que le podía haber permitido salir a hombros. El trofeo lo paseó del cuarto, un toro que repitió con mucha clase. Faena larga por ambos pitones, muy torera, y justo trofeo, de los de peso.

Perera, por último y como otras veces, realizó dos buenas faenas pero no logró conectar el público. Digna actuación pero algo fría.

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