Estocada de Rafaelillo a un miura el pasado 14 de julio en Pamplona.
El matador de toro murciano le cortó el 14 de julio una oreja a cada uno de su lote y salió a hombros.
Rafaelillo triunfó este año en Pamplona pero hasta ese día, 14 de julio, su temporada se había desarrollado muy a la contra. “Hasta que llegó Pamplona no tuve ninguna opción de poder darle la vuelta a las circunstancias, ni en los despachos ni en la plaza. En esa primera parte de la temporada con la única tarde que me quedo es con la de Nimes, en la que tuve muy buenas sensaciones. El resto, Zaragoza, las dos tardes de Madrid y Alicante fueron tardes muy duras, muy a la contra y de hacer esfuerzos sin recompensa posible’.
Pero para el torero murciano, según una entrevista publicada en el semanario ‘Aplausos’, Pamplona marcó un punto de inflexión. ‘Sabía que tenía que triunfar esa tarde como fuera, pero me lo tomé todo de una manera muy natural. Responsabilizado y sabiendo que había que hacer el esfuerzo y jugarme la vida, pero sin presionarme y mucho más relajado. Fui a la plaza con otra manera de pensar, sin la losa de todo lo que había ocurrido hasta ese momento. Y pasó lo que tenía que pasar, me vacié como torero del esfuerzo que hice y explotó la persona. Saqué fuera todo lo que tenía acumulado. Me liberé. A partir de ahí, la temporada cogió una inercia distinta y muy positiva’.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX