El hierro salmantino que debutará en Pamplona lidió un encierro muy desigual de hechuras y decepcionante por su juego, salvo un toro, bueno por el pitón derecho.
Pedraza de Yeltes, que protagonizó ayer en Las Ventas la conocida como Corrida de la Prensa y que debutará en la próxima Feria de San Fermín, suspendió ayer sin paliativos. No convenció ni la presencia de sus toros, muy desiguales, varios altos, ni el juego que ofrecieron, caracterizado por la falta de raza. Sólo el tercero embistió encastado por el pitón derecho y Juan del Álamo le consiguió cortar una oreja, su novena en Las Ventas y la única del festejo.
Mundotoro resumió así el festejo: “desiguales de hechuras y romana. Descastados y de poco fondo pese a la nobleza de algunos ejemplares, salvo el tercero, que tuvo calidad, sobre todo por el pitón derecho”.
La visión de Cultoro, toro por toro, fue la siguiente: “zambombo y largo el deslucido primero. Pasador sin más el segundo. Bueno por el derecho el tercero. Desfondado un cuarto que solo duró una tanda. A menos el grandón quinto, tornado en peligroso. A menos el sexto”.
Por su parte, Aplausos vio así a los toros salmantinos: “bien presentados, serios, aparatosos de pitones. El de mejor juego fue el 3º, el mejor hecho de todos. El resto, nobles pero desrazados y venidos a menos”.
Por lotes, Juan Leal (silencio tras aviso y saludos desde el tercio) confirmó alternativa con un primer toro estrecho de sienes, alto y que no humilló nunca. Muy valiente se le vio frente al sexto, un toro serio, que terminó parado y con el que a pesar de las complicaciones se metió entre los pitones y le ganó la voluntad, apretándose y ajustándose con el animal.
Manuel Escribano (silencio en ambos) se estrelló ante la poca transmisión del que hizo segundo, que si bien tuvo nobleza no fue un toro con opciones de lucimiento. El cuarto fue un toro deslucido y sin raza. Fue noble, suave y dejó estar al torero, pero no tuvo condiciones para que lograra brillar el diestro.
Juan del Álamo (oreja tras aviso y silencio) le cortó una oreja al tercero de la tarde, un toro reunido, de buena expresión y hechuras. Protestado por blando en los compases iniciales, el toro sacó un fondo de raza y bravura importante; descolgó y humilló por el pitón derecho mientras que por el izquierdo se quedaba por debajo. La faena del salmantino, basada sobre la mano derecha, remontó en un tramo final en el que toreó encajado y largo en redondo. Su labor estuvo aderezada con notables pases de pecho y del desdén. Labor de mucha decisión e ideas claras, coronada de una buena estocada. El quinto, un gigante, quiso más que pudo. Se movió en la primera parte de la faena, pero lo hizo sin emplearse, resultando incómodo en sus embestidas al puntear mucho los engaños. Complicado estar y respirar frente a él.