Más de 40.000 personas aclamaron al maestro navarro con gritos de “torero, torero”. Reportaje fotográfico: pablohermoso.net
Ganado: Toros de Los Encinos, dos de ellos para rejones, tercero y sexto, siendo éstos de regular juego; y los de lidia ordinaria, buenos los tres primeros, aunque dos de ellos acusaron poca fuerza.
Toreros: Ernesto Javier ‘Calita’ (oreja y ovación), Arturo Gilio (oreja y silencio), que confirmó la alternativa, y Pablo Hermoso de Mendoza (silencio y dos orejas).
Lugar y fecha: Plaza de toros Monumental de México, en México D. F., estado de México. 5 de febrero de 2024.
Incidencias: Lleno de “no hay boletos”. Corrida del 78 Aniversario de la Plaza México. El caballero navarro se despidió de esta plaza y salió a hombros de su hijo en solitario.
Tras algunos días de incertidumbre por la celebración del festejo ante la última agresión judicial antitaurina, la razón y la libertad prevalecieron y la despedida del rejoneador más grande de la historia, se pudo celebrar en el coso más grande de la historia. Afición y toreo a caballo unidas en un festejo que colocó el “No hay boletos” en las taquillas y que fue el perfecto colofón a la celebración de los 78 años de historia del Embudo de Insurgentes.
Música en los inicios con la interpretación del Himno Nacional de México ante una gran bandera nacional que presidía el ruedo y unos gritos unánimes de “Libertad, libertad” y “México, México”, para dejar claro que México quiere toros y los quiere para siempre. A continuación se abrió al paseíllo encabezado por cuatro charros, entre los que figuraba como sorpresa, el cantante y amigo personal de Pablo, Pepe Aguilar.
Por la mañana, se decidió por las autoridades y actuantes que para no alterar mucho el orden, dado que había una confirmación de alternativa y eso provocaba que Pablo tuviera que actuar en tercero y cuarto lugar, ambos toros seguidos, se decidió que lo hiciera en tercer y sexto puesto.
Comenzó su actuación brindando a los hermanos Alejandro y Juan Pablo Bailleres y a través de ellos a todo el pueblo mexicano, por su apoyo durante estos años y por su defensa de las tradiciones culturales, principalmente de la Tauromaquia.
Así fue como cuando la tarde se iba cerrando, Pablo recibió a Arias montando a Regaliz y templando muy bien con redondos los primeros derrotes del toro, que siempre embestía dando un golpe final en la reunión. Tras el primer rejón de castigo, el toro se aplomó y ya no sería hasta la segunda banderilla con Basajaun, que el toro volvería a recuperar esa rabia inicial y volvería a insistir, sin temple, pero dando algo de emoción al buen trabajo de Basajaun. Ilusión, a continuación, volvió a enfrentarse a un toro parado que, cuando embestía, lo hacía más a golpe de rabia y de brusquedad. Muy parado en el último tercio, Justiciero se tuvo que meter por los adentros para colocar cortas y un par a dos manos, antes de dejar un rejonazo en todo lo alto.
El sexto se lo brindó el jinete a su familia, a su esposa Miren y sus hijos Paula, Guillermo y Alba. No quedaba de otra que apostar, y apostar fuerte, porque los más de cuarenta mil asistentes estaban con el navarro, querían verlo atravesar la puerta grande más larga el mundo y por eso Pablo salió mentalizado a darlo todo, más si cabe que cualquier otra tarde.
La noche ya se había cerrado cuando saltó Manuel, otro toro que pronto dejó ver que no iba a tener una lidia sencilla. Se mostró brusco ante Nómada, que galopó en largo y aquí se vio la predisposición de Pablo al triunfo, porque, a pesar de que el toro pedía a gritos un segundo castigo, el jinete optó por dejarlo con uno. Saltó al ruedo Berlín y pronto comenzó a provechar esas brusquedades para transformarla en toreo casi templado, como una muleta relajante para que el toro caminara tras su grupa o cola como si fuese bueno. La primera banderilla cayó trasera, pero gracias podemos dar a que Berlín, con un leve movimiento de cuerpo se quitó de la trayectoria de un toro que venía como un tren, sin obedecer al toque del caballo, al que no sabemos cómo pudo librar. A partir de aquí todo perfecto, hermosinas, trincherazos, galopes de costado o toreo frontal. Un auténtico recital de Berlín y Pablo.
Cuando Pablo saltó a la arena con Malbec, Las Golondrinas comenzaron a sonar y a ser cantadas por el público llenando de emoción el recinto. Lo peor fue que el toro aquí ya se paró y deslució un tanto la faena, si bien el valor y la disposición de jinete y caballo pudieron dar lucimiento a las piruetas. Lo encelaba con la cola, incluso tocando el testuz con los pelos, pero ya el toro evadía la pelea. El cierre final a lomos de Generoso, se compuso de dos cortas, una suerte del teléfono celebrada con un “olé” unánime y sobre todo con un rejonazo mortal de necesidad. El maestro navarro comenzó a llorar, enrollándose en el cuello la bandera de México y besar el ruedo del coso de Insurgentes.
La emoción se desparramó por toda la edificación de la plaza México y aquello se convirtió en una entrega del público realmente increíble, porque nadie se movió del inmueble hasta que Pablo no lo abandonó a hombros de su hijo Guillermo y fue trasladado así hasta la cercana calle Insurgentes bajo los gritos de “torero, torero”.