La nula colaboración de los toros le impidió alcanzar otro triunfo de puerta grande.
En su cuarta actuación en Colombia, y segunda en Manizales, Pablo Hermoso de Mendoza vio truncada su racha triunfal de puertas grandes. La culpa de ello la tuvo el pésimo juego que ofreció el ganado lidiado, dos toros de Juan Bernardo Caicedo y un sobrero de Dosgutiérrez.
Ante más de once mil personas, el caballero navarro alternó con los diestros Sebastián Vargas, que se fue de vacío, y David Mora, que cortó una oreja del quinto.
El primer toro que le correspondió al estellés, sin ser un gran ejemplar, por lo menos tuvo nobleza. Lo toreó de salida con Garibaldi, que aprovechó las buenas acometidas iniciales del cuatreño. Para el tercio de banderillas, el toro ya había perdido gas y Chenel no pudo lucir lo deseado su toreo de costado. Después, Dalí se ganó al público con sus piruetas y en dos banderillas perfectas, de ejecución y de colocación. En el tercio final, sobre Pirata, el jinete acertó al segundo intento y esto redujo el premio a una oreja.
El sexto, de preciosa lámina, salió con mucho ímpetu y, sobre el debutante Villa, el rejoneador lo paró en los medios con su acostumbrada solvencia. Intentó clavar el primer rejón pero el toro se fue a tablas, al calor de un burladero, lugar que ya no abandonó. El navarro sacó a Manolete y con él clavó dos de castigo. Ante una lidia imposible, el presidente ordenó el cambio de toro.
Salió un feo sobrero de Dosgutiérrez, que sólo tuvo perversas intenciones. El maestro estellés lo intentó todo, con Estella de salida, Van Gogh y Manolete en banderillas, y Pirata en el último tercio. Durante toda la lidia, el toro sacó la cabeza por encima de la grupa, cortó la salida y estuvo a punto de derribar a Manolete y a su dueño; a éste, de un pitonazo, le sacó de la montura. Finalmente, Hermoso de Mendoza lo mató como buenamente pudo, a un toro imposible, de los peores de los últimos años.