PABLO HERMOSO DE MENDOZA: “LA FIESTA DE LOS TOROS MOLESTA TANTO PORQUE LA MOSTRAMOS”

Hermoso de Mendoza durante la conferencia que ofeció en Almería.

El rejoneador navarro impartió una conferencia en el Aula Taurina de la Universidad de Almería

Pablo Hermoso de Mendoza ofreció recientemente una conferencia en el Aula Taurina de la Universidad de Almería, en la que manifestó que, ante las opiniones de los antitaurinos, “la fiesta de los toros molesta tanto porque la mostramos y lo que duele a los que la critican es que los taurinos no somos hipócritas”.

En este sentido, explicó el sentido de las reses bravas. “Toreamos al toro, lucimos su vida, su bravura y lo sacrificamos frente al público. En el matadero, la gente piensa que los animales no sufren porque no los ven. Sin embargo, hablan del sufrimiento del toro, que ha vivido cuatro años salvaje, que jamás ha sido humillado, que nunca ha sido sometido. Que cuando llega la plaza, a un hábitat que no es el suyo, evidentemente siente estrés, pero empieza a pelear contra un enemigo insignificante para él: persigue a un trapo que huye en todo momento, o a un caballo muerto de miedo. Y cuando llega el desenlace final, se ve muerto sin haberlo visto venir en ningún momento. Si alguien me preguntara cómo preferiría morir si fuera un animal, sin dudar diría que como un toro bravo”, apuntó el rejoneador.

Asimismo, hizo un repaso del mundo del toreo a caballo. Entonces llegó la hora de hablar de la ganadería, de Cagancho y de sus herederos, ya caballos legendarios a pesar de estar en activo. Chenel, Curro, Silveti, Gallito, Zapata, Rondeño, Viti, Caviar y Van Gogh. “Hay mucha gente que le quita valor al toreo a caballo. Es cierto que tiene menos riesgo físico, pero es mucho más complicado y delicado porque tienes que poner de acuerdo a los dos animales”, explicó el estellés, que reconoció que dedica entre ocho y diez horas diarias a la preparación de sus caballos. “Si ellos no llegan bien preparados a la plaza, yo no soy nada”, reconoció.

Pero el torero a caballo no sólo habló de sus caballos, también lo hizo de temas más polémicos, como la batalla por los derechos de imagen emprendida por el llamado G-10 (los toreros a los que supuestamente se les considera los de mayor cotización). “Vivo una realidad de honorarios y de exigencias que no se corresponde con el producto que se está vendiendo. La economía no va siempre unida al arte, ni al riesgo, ni a la verdad que uno le ponga, solo a la gente que uno sea capaz de meter en una plaza. En México, sé que han llegado algunos toreros españoles de mucho cartel que, en la misma plaza que yo, han metido menos gente y han ganado más dinero. Sin embargo, ellos, al año siguiente, no han vuelto, mientras que yo sigo teniendo las puertas abiertas, cerrando 70 corridas por temporada y con una demanda absoluta de torear todo lo que quiera. En el otro caso, han robado una vez y ya no vuelven más, porque a nadie, tampoco a los empresarios, le gusta perder”, concluyó el navarro.

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