Pese a sus veinticuatro temporadas en activo, no había toreado todavía en esta plaza portuguesa.
Lugar: plaza de toros de Figueira da Foz (Portugal).
Ganado: seis toros de Passanha, desiguales y, en general, nobles y con movilidad.
Antonio Ribeiro Téllez: vuelta en ambos.
Pablo Hermoso de Mendoza: vuelta y dos vueltas.
Paulo Jorge Santos: vuelta y ovación.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Actuaron los Forcados Amadores de Montemos y Villa Franca.
Son pocas las plazas de toros del mundo en las que Pablo todavía no ha debutado. Una de ellas era la de Figueira da Foz, en la costa portuguesa, donde el navarro hacía su debut en la tradicional corrida RDP-TV, televisada por el primer canal de la televisión pública portuguesa.
La lluvia fue la invitada incómoda del festejo y la que impidió que los tendidos no presentasen el lleno que se esperaba. A la mañana, los pedidos de boletos completaban las tres cuartas partes del tendido, sin embargo la lluvia que comenzó por la tarde hizo que muchos de esos pedidos fuesen cancelados. A pesar de esto, se rozaron los tres cuartos y el público algo húmedo, pero se divirtió.
En su primera faena, frente a un toro algo brusco, utilizó de salida a Disparate, y en banderillas a Chenel e Ícaro. El navarro se vio obligado a clavar un palo más por petición del público. Vuelta al ruedo.
En el quinto, el estellés dio una sinfonía de toreo. Tocó todos los instrumentos e hizo que el público estuviera en pie casi toda la parte final de su actuación. El toro no fue tampoco un toro de triunfo, pero tuvo más nobleza en la embestida, aunque se agarraba excesivamente al suelo. Montó a Villa de salida y a Vang Gogh y Dalí en banderillas. Tras la actuación de éste, con un público enloquecido que pedía más fiesta, el torero se retiró pero, para sorpresa de todos, volvió al ruedo sobre Pirata. Colocó tres cortas en una rueda, en las que nunca se tomó ventaja y en las que, por ligar las suertes, la tercera la ejecutó en unos terrenos casi imposibles. Esto provocó el total delirio de los tendidos y la reacción del jinete, que se tiró del caballo y se quedó frente al toro en un desplante de rabia y entrega.
Lo que vino después fue posiblemente el momento más emocionante que el navarro ha vivido en Portugal, con una plaza en pie despidiendo al navarro antes de la actuación de los forcados y que luego le obligaría a dar dos impresionantes vueltas al ruedo.