En la plaza de San Miguel el Alto, considerada la tercera más antigua de México, saldó su actuación con el corte de cuatro orejas y un rabo.
Ganado: Dos toros de Bernaldo de Quirós, primero, deslucido, y cuarto, complicado, y un novillo y cuatro toros de Vistahermosa, bien presentados y de buen juego en general, entre los que destacó el cuarto por su calidad.
Toreros: Joaquín Macías (saludos), Pablo Hermoso de Mendoza (dos orejas y dos orejas y rabo), Ernesto Javier ‘Calita’ (oreja y silencio) y Diego Sánchez (oreja y silencio).
Lugar y fecha: Plaza de toros Carmelo Pérez, en San Miguel el Alto, estado de Jalisco. 1 de enero de 2024.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Tarde fría. Abrió el festejo el niño torero Joaquín Macías, alumno de la Academia Taurina de Aguascalientes, quien lidió un eral a la usanza portuguesa. El caballero navarro salió a hombros en solitario.
Pablo Hermoso de Mendoza no afloja su impresionante ritmo triunfal y en su primera corrida del 2024 volvió a conquistar la puerta grande tras hacer lo más lucido del festejo. Cortó cuatro orejas y un rabo. El festejo se celebró en el centenario coso Carmelo Pérez de San Miguel el Alto, Jalisco, considerada como la tercera plaza de toros más antigua de México.
Pronto el navarro hizo los méritos suficientes para salir en volandas ya que desorejó a su primero, un astado que al verlo en el ruedo no hizo albergar muchas esperanzas: distraído, sin fijeza y con un trote cansino que provocaba incertidumbre en los caballos. Al final, Generoso, cada día más compenetrado con Pablo, llegó para colaborar en las cortas rítmicas y en un rejón de efectos rápidos con los que se selló una faena de dos orejas.
El segundo de Pablo fue un toro complicado que, desde salida, embistió con brusquedad mostrando genio y orientándose conforme avanzó la lidia. Tras una buena labor de Basajaun en banderillas, el maestro navarro optó por traer al ruedo a Malbec y con él plantarle cara al reservón astado, jugándose el físico el binomio pues el de Bernaldo de Quirós esperaba y se iba al pecho del caballo. Así las tres banderillas fueron un compendio de maestría y una muestra de arrojo para domeñar a un toro que vendió cara su existencia. El público estaba totalmente metido en la faena por lo que, cuando el estellés cobró un espectacular rejonazo, la plaza se puso boca abajo exigiendo los máximos trofeos que finalmente le fueron concedidos.