Natural de El Fandi al cuarto de Núñez del Cuvillo, que fue extraordinario. Fotografía: Arjona.
Lidió un encierro noble pero de justo fondo y empuje, con un toro extraordinario, el cuarto, ‘Luminoso’, por su clase, temple, prontitud y humillación.
El paso de Núñez del Cuvillo por Valencia dejó ayer un sabor agridulce. El encierro fue desigual de hechuras y anduvo justo de presentación. Mal, en este sentido. Respecto al juego, resultó noble el conjunto pero muy justo fondo. Toro por toro, la corrida transcurrió así: noble pero a menos el primero; de nula fuerza y empuje el segundo; noble pero sin transmisión el tercero; extraordinario el cuarto, de nombre Luminoso, enclasado, con temple, prontitud y humillador; el quinto, devuelto; con calidad el desfondado sexto. Y un sobrero de Victoriano del Río, quinto bis, deslucido, informal y descompuesto.
Respecto a la mano de obra, la tarde arrojó un claro triunfador, el peruano Roca Rey, que le cortó una oreja a cada uno de su lote, tercero y sexto, y salió a hombros. El Fandi le cortó una oreja a su segundo, al cuarto, y José Maria Manzanares se fue de vacío, entre el silencio del público en sus dos intervenciones, ante el peor lote. Por primera vez en lo que va de feria, se colgó el cartel de “no hay billetes”.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX