Derechazo de Perera a un toro de Núñez del Cuvillo el pasado 13 de julio en la plaza de Pamplona.
El matador de toros pacense hace balance de su temporada, marcada por la gravísima cornada que sufrió en Salamanca.
Miguel Ángel Perera ha dejado atrás una temporada en la que ha sumado cuarenta tardes, una de ellas la de Pamplona, la que, según su propias palabras, marcó un punto y aparte. “Llegué a Pamplona y conseguí tomar moral, San Fermín supuso una reivindicación del sitio que siempre he defendido, aunque no se refrendó con la espada, que ha sido el punto más negro de mi temporada”, reconoce el matador de toros.
En Pamplona, toreó el 13 de julio. Se enfrentó a dos toros de Núñez del Cuvillo, a los que realizó sendas muy buenas faenas, que no tuvieron premio por fallar en la suerte suprema; fueron dos trasteos repletos de quietud y temple, pero algo fríos, algo faltos de ese calor tan necesario para conectar con los tendidos. La entrega del pacense fue incuestionable y muestra de ello fue la aparatosa cogida que sufrió del quinto, un percance que no tuvo más consecuencias que la consiguiente paliza.
Lo que sí tuvo importancia fue la gravísima cornada que sufrió en Salamanca. “Fue la cornada más dura de mi carrera, así como la recuperación. Aunque de la cornada de Madrid me intervinieron por cinco veces para cerrarla definitivamente, no sentía dolor. Pero la de Salamanca fue brutal. Cuando lees el parte te asustas. Gracias a Dios, no tocó nada grave. Te impresiona. En el proceso de recuperación me puse a andar y hacer ejercicio, y fue una frustración porque no arrancaba desde el punto cero, sino el menos cero. Andabas tres kilómetros y estabas fatigado. Habías perdido elasticidad. Ahora sólo queda la cicatriz, pero perdí masa muscular, físico… perdí casi todo, menos afortunadamente el sitio”, confiesa el espada de 33 años en una entrevista publicada en el portal Cultoro.
Por ello, al hacer balance de su temporada, se queda con lo mejor. “Más que de faenas, ha sido una temporada de momentos. Hay momentos de la faena al toro indultado en Cuenca, increíbles; también me quedo con momentos de la tarde de Palencia, con momentos del toro de Montalvo en Salamanca, con momentos de la tarde de Murcia y de la de Pamplona. Momentos porque una faena completa no la he tenido”, concluye Perera.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX