MARCO Y ANTÓN TIENTAN EN FUNES ANTE EL CLUB TAURINO DE PAMPLONA

Los aficionados del club taurino con los toreros y ganaderos en la plaza

Los dos toreros navarros lidiaron vacas de Hermanos Domínguez arropados por sesenta aficionados de la entidad pamplonesa

La finca Ontinal de Funes, propiedad de los ganaderos Hermanos Domínguez vivió el pasado sábado una intensa jornada campera. A media mañana y tras el almuerzo de rigor, en la coqueta plaza de estos criadores de bravo fueron tentadas ocho vacas con años, algunas de retienta, marcadas con el hierro de Pérez Escudero, vacada de procedencia Santa Coloma, línea Saltillo, que estos ganaderos navarros compraron a finales del año pasado.

La tienta se llevó a cabo bajo la atenta mirada de sesenta socios del Club Taurino de Pamplona, que se desplazaron hasta esta localidad navarra, sobre todo, para seguir la evolución de dos toreros navarros: el matador de toros estellés Francisco Marco y el novillero murchantino Javier Antón. Ambos torearon junto a los espadas de alternativa Ricardo Torres y Ángel Luis Carmona.

Marco, que celebraba su cumpleaños, se encontró con dos regalitos, dos vacas de retienta, de ocho y doce años, que recordaron su pasado y no dieron posibilidad alguna en la muleta. El de Estella hizo todo lo posible, dos trasteos de castigo para poder con ellas, en los que no cupo lucimiento alguno. Ante tal situación, el zaragozano Torres tuvo un gesto que le honra: le cedió al navarro la sexta vaca, noble pero nada fácil. Y ante ella, esta vez sí, Marco dibujo dos templadas series con la diestra, que le sirvieron para mitigar el mal sabor de boca.

Antón, por su parte, se las vio con una vaca de 8 años, también de retienta, que peleó bien en el peto del tudelano Juan Manuel Sangüesa, pero que en la muleta resultó imposible por la memoria que acumulaba. Los ganaderos funesinos, Adrián y Enrique Domínguez, le echaron otra, la octava, una erala fuera de tipo que le permitió al joven de Murchante, robar muletazos de mérito pero sin cadencia deseada.

Respecto a los otros diestros, Torres se encontró en primer lugar con una vaca de siete años, la segunda, que, sin ser fácil, se dejó hacer y le permitió lucirse al diestro, sobre todo, por derechazos firmes, sabiendo siempre lo que se traía entre manos. A su segunda, después de ese par de tandas de Marco, la exprimió y le sacó todos los muletazos que tenía.

El sevillano Carmona fue el mejor parado del sorteo. Le correspondió la tercera vaca, de 7 años, la mejor de la mañana, muy completa y muy en Victorino. Se arrancó alegre cuatro veces al caballo montado por el picador Sangüesa y en la muleta tuvo mucha fijeza, recorrido, nobleza y clase. El de Osuna la aprovechó a la perfección en una faena por ambos pitones, desarrollada con magnífico concepto. A su complicada segunda, la séptima de la mañana, de ocho años, le robó muletazos intensos pero sin alcanzar la ligazón soñada.

Como se ha podido apreciar, juego dispar del ganado, compensado con la entrega y voluntad de los cuatro toreros.

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