LOS UTREROS DE BARCIAL PROVOCAN EL SILENCIO DEL PÚBLICO EN PERALTA

Derechazo de Bruno de Aloi, que gustó en Peralta.

Lo más destacado de la tarde, la disposición del mexicano Aloi y los pares de banderillas de David Adalid. Fotografías: Alberto Galdona.

Ganado: Seis utreros de Barcial, berrendos bien presentados, pero descastados, deslucidos, de escaso juego;  faltos de raza y acometividad. Fueron pitados al arrastre los dos últimos, que tuvieron un comportamiento parecido al resto de la novillada.

Novilleros: Gómez Valenzuela (silencio tras aviso en ambos), Fernández de la Puebla (silencio tras aviso y pitos tras aviso) y Bruno Aloi (silencio tras aviso en ambos).

Presidencia: A cargo de Nieves Monroy asesorada por Guillermo Terés y el veterinario Jesús Blanco, pasó desapercibida.

Incidencias: Media plaza. Cuarto festejo de abono. La novillada se interrumpió cinco minutos antes de la salida del segundo novillo por el chaparrón que cayó. Tras el segundo novillo, el novillero Fernández de la Puebla pasó por la enfermería, donde fue atendido de una fuerte contusión en la muñeca derecha que no le impidió continuar la lidia. David Adalid saludó montera en mano tras banderillear al cuarto utrero.

Barcial, hierro histórico del campo charro, con encaste diferente y en la lucha por recuperar el sitio, echó una novillada para el olvido en Peralta.

Para el olvido porque la condición desrazada de todos los novillos hizo que quedasen pocos momentos para guardar en las retinas de los espectadores.

Salían los novillos preciosos de chiqueros con buen remate y capas berrendas, bragadas, calceteras y algunos con testuz lucera, dando un aspecto de libro de la tauromaquia del siglo XX a los animales que estaban en la arena.

Pero el problema es que su condición fue desrazada, con poca movilidad y comportamiento rayano en lo morucho. Y aunque en el tercio de varas atisbasen alguna esperanza, ni siquiera transmitieron peligro a los tendidos, siendo su lidia muy complicada para los novilleros actuantes.

De entre todo lo sucedido en la lidia de los de Barcial, algunos nombres quedaron para la reseña: el de David Adalid, que con sus pares al 4º levantó al respetable de los asientos y casi fue prendido por el toro tras el embroque.

Y merece también un apunte la actitud y las formas toreras de Bruno Aloi. El novillero mexicano demostró tener corazón y determinación para tratar con la muleta a los barciales como si fueran toros de embestida franca. Y aunque al final aquello resultara imposible, dejó claro que quiere ser torero.

Gómez Valenzuela consiguió quitarse sin demasiados apuros su lote pero poco pudo mostrar de sus condiciones toreras.

Fernández de la Puebla, que en otros ruedos navarros ha demostrado ser torero de coraje, sufrió para dar muerte a su lote.

Información de Pascal Lizarraga, publicada en Diario de Navarra.

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