LA TERNA, A HOMBROS EN CINTRUÉNIGO POR ACIERTO EN LA SUERTE SUPREMA

Los tres diestros a hombros y todos contentos.

Leal, De Miranda y Marín se repartieron ocho de las doce orejas posibles. Imágenes: cedidas y José Luis Espuelas.

Ganado: Seis toros de El Pilar, de correcta presentación, nobles, con clase pero justos de fuerza; primero, cuarto y quinto, ovacionados en el arrastre.

Toreros: Juan Leal (oreja y dos orejas), David de Miranda (oreja en ambos) y Javier Marín (oreja tras aviso y dos orejas).

Lugar y fecha: Plaza de toros de Cintruénigo (Navarra). 4 de septiembre de 2021.

Presidencia: A cargo de Óscar Bea, asesorado por Rosa López y José Luis Gil, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Tarde soleada. Setecientas personas dentro de un máximo de ochocientas de aforo permitido. Los tres diestros han salido a hombros.

Tarde muy entretenida en Cintruénigo por tres factores: por el juego del ganado, por el buen hacer de los diestros y porque los seis toros murieron de otras tantas estocadas, mejores o peores, caídas, tendidas… Seis toros, seis estocadas, algo que no se ve muchas veces.

Si el ganado llega a tener más fuerza, se podría hablar de una gran corrida de toros. Excepción hecha del sexto, atesoraron nobleza y clase, pero acusaron en conjunto una preocupante falta de fuerza.

Por orden de lidia, Juan Leal fue el más afortunado en el sorteo. El que abrió plaza tuvo poca fuerza pero mucha calidad, sobre por el pitón izquierdo, extraordinario. El francés realizó una faena larga, con diversas tandas interesantes, sobre todo al natural. Mató de una estocada caída y cobró una oreja. El toro, Canastero, fue ovacionado en el arrastre.

El cuarto no fue bien lidiado por la cuadrilla. Pese a ello, Leal realizó una labor de mérito. Logró corregir un defecto del toro en la embestida y después construyó una buena faena, por ambos pitones. Demostró así que es uno de los matadores más en forma del momento. Terminó con una buena estocada y cobró las dos orejas de Potrillo, que recibió una póstuma ovación.

David de Miranda, por su parte, fue quien mejor imagen dejó. Su primero fue un toro de corta embestida, pero el onubense se impuso y con depurado estilo realizó un trasteo templado, tirando del astado, en una labor en la que todo lo hizo él. Mató de una estocada contraria pero efectiva, y fue premiado con una oreja.

Ante el quinto, que tuvo mucha clase, destapó el tarro de las esencias y ejecutó el mejor toreo de la tarde, en una faena muy pausada, en la que dio tiempos y distancias, y en la que lo bordó al natural. Tras manoletinas y desplantes, cobró una estocada y fue premiado con un trofeo, de un toro, Alambito, que fue ovacionado en el arrastre.

Por último, el navarro Javier Marín no acusó la falta de oportunidades, que es mucho. Frente al tercero, con clase y poca fuerza, se le vio a gusto en la cara del toro y elaboró una faena tan templada como larga, en la que, al final, con unos redondos, llegó al público. Mató de una estocada tendida; al toro le costó echarse, sonó un aviso y cortó una oreja.

El sexto fue el toro menos claro del encierro. Reclamó distancia corta y perder un pasito. El espada cirbonero dio la cara ante un ejemplar que siempre fue a menos. Concluyó con una estocada desprendida, de efectos rápidos, y el palco, generosa, le concedió las dos orejas; con una habría salido igual por la puerta grande, en un triunfo que le permite seguir soñando y reclamando oportunidades.

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