LA SÉPTIMA DE LA FERIA DEL TORO. CRÓNICA. JUAMPEDRITOS

Natrual de Alejandro Talavante. Fotografía: Juan Luis Ruiz.

El pacense Talavante cortó una oreja, la única de la tarde, pese a lo caído de su estocada. Los toros de Juan Pedro Domecq suspendieron, tanto por su debilidad como por su deficiente presentación.

Ganado: seis toros de Juan Pedro Domecq, de justa presentación, anovillados, terciados varios, aunque todos con seria cara, de muy justas fuerzas, con calidad y recorrido, salvo los dos últimos, deslucidos.

David Fandila “El Fandi”: silencio y silencio tras aviso.

Miguel Ángel Perera: silencio tras aviso y silencio.

Alejandro Talavante: oreja tras aviso y silencio.

Presidencia: A cargo de Jorge Mori, asesorado por César Fernández y Miguel Reta, cumplió correctamente su cometido, pasó desapercibida.

Incidencias: Lleno aparente. Tarde nublada y calurosa. El subalterno Juan Sierra fue alcanzado por el segundo de la tarde, sin mayores consecuencia

Casualmente, llegaron los del G-10 y el toro, el de verdad, el de Pamplona, desapareció por arte de magia. Y para más inri, es que no lograron triunfar ni con esos ¿toritos? Que saltaron ayer al ruedo.

La corrida se tapó con la cara, largas y astifinas defensas, pero varios ejemplares, terciados, aparentaron más hechuras de novillos que de cuatreños; nada rematados de culata, lucieron lo que suele llamarse, con perdón, “culo-pollo”. En definitiva, la presentación no fue digna de la Feria del Toro.

Respecto al juego, la suerte de varas no existió. Pasó a ser una sucesión de picotazos, como mucho. Incluso el sexto, capitaneó esa debilidad y se derrumbó en el peto. La presidencia dudó en devolverlo o no, pero acertó al no sacar el pañuelo verde, ya que habría sido una decisión caprichosa, pues lo podía haber sacado con los seis; mejor no hacerlo con ninguno para evitar ese gran escándalo que no merece la fiesta. Que cada uno cargue con su vela y el ganadero… con su penitencia.

Aparte de esta falta de fuerzas, cuatro ejemplares embistieron con fijeza, calidad y recorrido. Fueron toros para triunfar pero… No así los dos últimos que, además de esa carencia de energía, resultaron deslucidos en el último tercio. Por eso, el festejo concluyó con un tono bastante apagado. Tarde de expectación…

Y la penúltima de la feria se saldó con el corte de un único trofeo, aunque se debían haber cortado más. Esa solitaria oreja la cobró un Talavante que llegaba a Pamplona en uno de los mejores momentos de su profesión. Comenzó su trasteo ante el tercero, un toro noble, con fijeza, que embistió con generoso recorrido, con estatuarios y un cambiado por detrás, todo en el centro del ruedo. Continuó con dos series de naturales y otras dos en redondo, en las que la mayor virtud, aparte del mando, fue que no se dejó tocar la muleta en ningún momento. Además, la realizó en mínimos terrenos y la cerró con unas ceñidas manoletinas que dieron paso a una estocada caída, a una larga agonía del dulce cinqueño y a que sonara un aviso. La colocación de la espada no importó a un público que quiso premiarle y lo logró.

El sexto, muy débil también, casi inválido, no permitió el lucimiento, pues resultó parado y de descompuesta embestida. El mérito del diestro pacense fue mantener en pie a un ejemplar que carecía de recorrido. Lo intentó, se justificó, y terminó con un pinchazo y media estocada.

A la hora de matar, Perera dio sensación de no tener la fuerza necesaria para ejecutar con éxito la suerte suprema, de no estar recuperado totalmente de esa lesión de una vértebra. Pudo cortarle una oreja a su primero, segundo de la tarde, tras una faena empapada en gusto y, sobre todo en hieratismo; trasteo realizado íntegramente en los medios y con gran quietud. Pero para matar necesitó de un pinchazo, un bajonazo tan infame como trasero, y dos golpes de descabello. Ante el segundo de su lote, que tragó sin clase y en corto recorrido, intentó sacar agua de un pozo seco tras un espectacular inicio con estatuarios y cambiados por detrás.

El Fandi, por último, hizo vibrar en su primer segundo tercio -moviola, de dentro a fuera, violín, pares reunidos en una peseta-. Con la muleta, toreó mejor al cuarto, pero las banderillas no pudieron con la merienda.

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