El palco fue abroncado por no conceder al navarro un trofeo del segundo de su lote.
Ganado: Dos toros de Fernando de la Mora para rejones, segundo y cuarto, y dos toros y dos utreros, primero y sexto, de Torreón de Cañas.
Toreros: Antonio Lomelín (vuelta al ruedo tras petición y silencio), Pablo Hermoso de Mendoza (silencio y ovación tras petición) y Uriel Moreno “El Zapata” (silencio en ambos).
Lugar y fecha: Plaza de toros Vicente Segura de Pachuca, estado de Hidalgo (México). 19 de abril.
Incidencias: Dos tercios. La presidencia fue abroncada por no conceder un trofeo del cuarto. Corrida ponciana, conmemorativa de trigésimo quinto aniversario del coso. Tras el paseíllo, se brindó un minuto de aplausos en memoria del escritor colombiano y premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, recientemente fallecido, quien en repetidas ocasiones mostró su afición por la fiesta brava.
Tras un par de semanas de relativo descanso, Pablo Hermoso de Mendoza, vestido a la usanza charra, retomó su campaña mexicana en la plaza de Pachuca, de la que se fue de vacío, debido en gran parte a la inexplicable actitud del palco, que fue abroncado por no concederle una oreja del cuarto pese a que la petición fue claramente mayoritaria.
En este toro, el público pudo disfrutar en el tercio de banderillas de un mano a mano entre Dalí y Habanero, lo máximos exponentes de la cuadra del navarro en la ejecución de piruetas. Primero el árabe y luego el veterano bayo pusieron al público en pie. Ya en el último tercio, ante un toro aplomado, Machete se lució en la colocación de las cortas, de una rosa y de un rejonazo al segundo intento. Masiva petición de oreja, a la que la presidencia no hizo caso alguno.
Ante su primero, el jinete estellés realizó una faena compacta, comenzada con Palomo, que templó con seguridad las primeras embestidas del toro. Seguidamente, el público disfrutó con la labor de Chenel, que ofreció toda una demostración de poder en banderillas, con su parsimonioso toreo de costado y con sus típicos cambios por los adentros. Después, Duende continuó la fiesta con su característico balanceo. Y para el tercio final, el torero navarro optó por Botero (llamando antes Mayoral), que marcó perfectamente los ritmos para que su dueño dejase las cortas, se adornase con la suerte del teléfono y terminase con un rejón de muerte hasta la empuñadura; la pena fue que provocó derrame, lo que influyó en el ánimo del público, que optó por guardar respetuoso silencio.