LA FERIA DE SANGÜESA COMIENZA CON UN TRIUNFALISTA FESTIVAL SIN PICAR

Los actuantes abandonaron la plaza a pie; eso sí, bajo una cerrada ovación del público.

Luguillano, Jesulín de Ubrique y el novillero Clemente Jaume se repartieron nueve de las diez orejas posibles. Fotografías: Alberto Arelizalde.

Ganado: Cinco erales de La Palmosilla, bien presentados y nobles; salvo el quinto, todos fueron ovacionados en el arrastre.

Toreros: David Luguillano (OO-O), Jesulín de Ubrique (OO-OO) y el novillero francés Clemente Jaume (OO):

Lugar y fecha: Plaza de toros de Sangüesa, en Navarra. 12 de septiembre.

Incidencias: Tres cuartos de plaza. Tarde agradable. Primera de feria. Los tres espadas abandonaron la plaza a pie, pese a que sus respectivos triunfos fueron de salida a hombros.

La Feria de Sangüesa comenzó ayer con un triunfalista festival, en el que se cortaron nueve de las diez orejas posibles, sí, pero que entretuvo a todos los asistentes, quienes abandonaron la plaza con el deseo de regresar a ella.

Luguillano desparramó aroma de torero con duende, puro embrujo. Construyó dos faenas de arte, sin apreturas, con comodidad, con natural inspiración.  Se recreó ante el buen novillo y ejecutó esa faena imposible siempre soñada, con toreo de sabor añejo que cada vez es más difícil presenciar.

Jesulín de Ubrique vivió y sintió el calor del público desde el principio. Y en el terreno propiamente taurino, ofreció una lección de temple, haciendo que pareciese fácil lo difícil. Sus dos faenas tuvieron el mismo corte. La primera, ante un magnífico novillo y la segunda, frente un eral enrazado, más exigente. En su primera intervención, destacó su toreo en redondo. En su segundo trasteo, uno naturales interminables. A los dos de su lote los mató bien, lo que permitió que cobrase las cuatro orejas posibles.

Por último, el novillero francés Jaume dejó buena imagen. Se le vio valiente y seguro. Le correspondió un novillo, el tercero, que atesoró mucha calidad. Mostró mejores maneras con la muleta que con el capote. Tras cuajarlo, estuvo certero con el estoque y cobró las dos orejas del eral melocotón.