LA CORRIDA DE REJONES DE PAMPLONA. 6 DE JULIO. CRÓNICA. «FIESTÓN»

Desplante de Hermoso sobre 'Pirata' tras clavar un espectacular par de cortas.

Desplante de Hermoso sobre ‘Pirata’ tras clavar un espectacular par de cortas.

Dos generosas puertas grandes, para Hermoso y Galán.  Las dos mejores faenas las rubricó Roberto Armendáriz, quien, paradójicamente, fue el único que salió a pie.

 Ganado: Cuatro toros de San Pelayo y dos, segundo y tercero, de SanMateo, de la misma procedencia, bien presentados pero muy parados, sin celo ni codicia, deslucidos.

Pablo Hermoso de Mendoza: oreja en ambos. Salió a hombros.

Sergio Galán: silencio y dos orejas. Salió a hombros.

Roberto Armendáriz: oreja y ovación.

Presidencia: A cargo de Pedro Bañales, asesorado por Javier Eguíluz y Miguel Reta, mal por dudar y conceder tarde, a destiempo una oreja del cuarto, y por regalar la segunda oreja del quinto; por lo demás, correcta.

Incidencias: Lleno hasta la bandera. Tarde soleada y muy calurosa. Magnífico ambiente en toda la plaza.

Pamplona volvió a vibrar con la tarde del rejoneo. La plaza fue una fiesta total, envuelta en un magnífico ambiente en blanco y rojo, los colores festivos de Pamplona, de Navarra entera, sin ninguno más.

Sólo hubo dos factores negativos en la tarde de ayer. Por un lado, el ganado, que apenas se movió, que careció de codicia, que se emplazó en los medios y se mantuvo a la espera. Por ello, todo lo tuvieron que poner los caballeros, que se esforzaron por agradar al máximo, lo que siempre es digno de elogio. Olé por los tres, por su torería y profesionalidad.

El otro factor negativo llegó desde el palco. Tras matar el estellés al cuarto, hubo una petición que fue a más pero que no alcanzó mucha fuerza. El presidente, tras dudar, algo que es completamente humano, sacó una parte del pañuelo cuando el toro ya estaba enganchado y comenzaba a ser arrastrado. En tal situación, enseguida lo retiró, como pensando “a ver si no se han dado cuenta”. Al final, un trofeo entró en el ruedo, el que permitió que el maestro estellés saliese a hombros. Y en el quinto regaló el segundo trofeo cuando, por ejemplo, Galán había pinchado antes de dejar el rejón definitivo.

Pese a todo, lo más importante es que las veinte mil personas abandonaron la plaza con el deseo de repetir, de no perderse el año que viene la cita taurina del 6

de julio, víspera de la festividad del copatrono de Navarra y víspera asimismo de la Feria del Toro.

Triunfos aparte, el espectáculo en el ruedo fue completo. Nadie podía pensar hace veinte años que los caballos del rejoneo cobraran protagonismo, que se les conocieran por su nombres propios. Disparate, Napoleón, PirataTrópico, Fado, ApoloRanchero, Delirio, Prometido… Son algunos nombres de monturas que muestran la dimensión y seriedad que ha alcanzado el rejoneo, mejor dicho, el toreo a caballo. Y el culpable de ello no es otro que Hermoso de Mendoza, que ayer alcanzó su décimo séptima puerta grande pamplonesa.

Logró una oreja de cada uno de su lote pero lo correcto habría sido dos del primero y ninguna del cuarto, no por falta de mérito sino porque la petición no tuvo la fuerza necesaria.

Frente al que abrió plaza, regaló otra de sus lecciones. Los quiebros con Van Gogh fueron espectaculares y precisos, y el toreo con Viriato, electrizante, de poner los pelos de punta por las escasas distancias, por el toreo en un palmo de terreno. Terminó con un rejón y, tal vez por tratarse del primer toro, se tuvo que conformar con una oreja. Su segundo tuvo inicialmente algo más de movilidad pero acabó tan parado como los demás, lo que dificultó la suerte suprema; el toro no colaboró nada ante la valentía del osado Pirata.

Las dos mejores faenas de la tarde llegaron de la mano de Roberto Armendáriz, toda una figura del toreo a caballo que pide paso en las principales ferias y, sobre todo, en Las Ventas. Ante su primero bordó el toreo en banderillas con los quiebros de Ranchero y las piruetas de Delirio. Y la faena frente al sexto también mereció el doble trofeo; la pena fue que ambas no las culminó con la hoja de peral; en la suerte final no anduvo nada certero y por ahí se le esfumó la puerta grande.

Lo mismo le sucedió a Galán en su primero: demasiado pinchazo. Se entregó ante el quinto buscando una puerta grande que el palco le puso en bandeja. En fin…

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