El ganadero Miguel Reta, propietario del hierro Reta de Casta Navarra, con el que intenta recuperar esta legendaria sangre brava, lidiará hoy, sábado, en la localidad francesa de Céret su primera corrida de toros, en lo que considera que es “un ejercicio de arqueología taurina”.
Famoso pastor de los encierros de Pamplona y técnico del Instituto Tecnológico Industrial Agroalimentario del Gobierno de Navarra, Miguel Reta, lleva más de dos décadas reconstruyendo genéticamente un encaste como el navarro que desapareció de los ruedos hace un siglo y que ya entonces era muy temido por los toreros por sus patentes dificultades para la lidia.
“Prefiero los zarpazos de los tigres de Veragua que los picotazos de los mosquitos de Navarra”, sentenció un día sobre ellos el famoso Guerrita cuando, a finales del siglo XIX, los astados de este encaste, terciados y con mucho sentido, comenzaban a quedar obsoletos ante los nuevos caminos que iba tomando la Tauromaquia.
De ahí la expectación, y también el morbo, que ha despertado esta cita con el pasado lejano que supone la corrida que estoquearán mañana en ese pequeño ruedo del sudeste francés los diestros Sánchez Vara, Octavio Chacón y Miguel Ángel Pacheco, y que es el primer lote de cualquier tipo que la nueva divisa lidia en público desde su creación.
“Aparentemente -explica el ganadero en una entrevista a la agencia Efe- el juego que vayan a dar los toros es una incógnita, como aquello de la cata del melón, pero es que yo ya sé que ese melón está verde. Más que nada porque de todo lo que tentamos en el campo solo aprobamos un diez por ciento. Ese es el nivel de cara a poder adaptarnos medianamente a los tiempos”.
“Hay que tener en cuenta -continúa- que esta sangre ya era problemática cuando estaba en su mejor momento, que es un tipo de toro de hace un siglo, y que estamos trabajando con los ejemplares que quedaban en las ganaderías locales que los soltaban en las calles y en los festejos populares, lo que los ha alejado aún más de los criterios actuales de la bravura”.
Además, para acrecentar esas dificultades “decimonónicas”, los ejemplares de Reta seleccionados para Céret -todos de pelo colorado como es típico de su raza- pasan con creces de los seis años de edad con que limita el reglamento, por lo que, tras quedarse en el campo a causa de la pandemia, han necesitado de un permiso especial para salir a esta plaza.
“Sí, esos seis años que tiene la corrida, casi siete, van a pesar mucho en su juego, pues con el aumento de la edad aumenta también el sentido del toro de lidia, lo que cuenta casi más que lo que lleven dentro”, explica el ganadero navarro.
“Y la verdad es que estoy muy asustado de dar este paso que más bien puede ser un paso atrás -confiesa Reta-, pero también estoy infinitamente agradecido a la heroicidad de los toreros que se van a poner delante y, cómo no, a la afición de Céret, que insistió en comprar la corrida y que, con su espíritu torista, es la que mejor va a entender lo que allí pueda pasar”.
Aun así, el navarro también dice sentirse “muy ilusionado” pues considera que la lidia en público y con profesionales será “un excelente banco de pruebas, para saber por dónde vamos con nuestro trabajo de reconstrucción de esta raza mítica que no puede perderse como riqueza genética”.
“Si sale mal, si los toros sacan mucho sentido, que es lo más probable, sé que nos supondrá otro parón, tener que volver a picar piedra. Ese es el riesgo, el precio a pagar por esta osadía, pero, si alguno de los seis responde medianamente nos dará fuerzas para seguir adelante con este trabajo de arqueología ganadera», concluye Miguel Reta.