LA BRAVURA DE RASO DEL PORTILLO SE IMPONE EN LA PLAZA DE PERALTA

Natural de Mario Arruza al bravo ‘Zafio’. Fotografía: Galdona.

El tercer utrero fue premiado con la vuelta al ruedo y todos los demás fueron ovacionados en el arrastre.

Ganado: seis utreros de Raso del Portillo, muy bien presentados y de gran juego; tuvieron bravura, poder, movilidad y nobleza encastada; todos fueron ovacionados en el arrastre y el tercero –Zafio-11- fue premiado con la vuelta al ruedo.

Novilleros: Rafael Reyes (silencio tras dos avisos y vuelta al ruedo tras aviso),  José María Trigueros (silencio tras aviso y vuelta al ruedo) y Mario Arruza (vuelta al ruedo y saludos desde el tercio).

Presidencia: a cargo de Carlos Balduz Ezpeleta asesorado por Daniel Burdalo y por la veterinaria Raquel Munárriz, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Media plaza. Tarde lluviosa, con chaparrones intermitentes desde el segundo novillo. Quinta y última de feria. Víctor Álvarez y Joaquín Gadea saludaron montera en manos tras banderillear al tercero y lo mismo hizo Pepe Márquez al parear al sexto. Al final del festejo, el mayoral salió saludar.

Lo mejor quedó para la última novillada de la feria. La repostería la pusieron las chocolateras y alpargatas que circularon por los tendidos y la artillería la corrió por parte de los novillos de Raso del Portillo.

Los utreros de la ganadería vallisoletana fueron un muestrario de bravura, poder, acometividad, movilidad y nobleza encastada que se ve pocas tardes. Fue premiado con la vuelta al ruedo el tercero de la tarde, un novillo llamado Zafio al que perfectamente se le podría haber aplicado la frase que se atribuye a Juan Belmonte: “Dios te libre de un toro bravo”.

La acometividad y fortaleza del utrero, frente al coraje de Mario Arruza, fue una de esas batallas en las que es difícil imaginar alguien de luces que pudiera salir victorioso.

El novillero se llevó un revolcón en el que esquivó más de una cornada, se repuso pero no consiguió el triunfo con el estoque. Tuvo como compensación un sexto de embestida más pastueña, con el que gozó toreando en redondo y con gusto, ante un animal que había recibido un perfecto puyazo de su propio mayoral. Pero Arruza, tras cautivar al público peraltés, volvió a atascarse con los aceros.

Con el lote de Rafael Reyes la sensación fue distinta: la clase, motor e ímpetu de los novillos, aparentaron ganar por goleada a su propuesta de toreo.

José María Trigueros se esforzó por gustar y lució las condiciones de los novillos.

Información de Pascal Lizarraga, publicada en Diario de Navarra.

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