Compartió tentadero en tierras salmantinas con el portugués Juanito, también novillero.
Tras probar la bravura santacolomeña de las vacas de Dionisio Rodríguez, Javier Marín continuó su preparación en la finca salmantina Miguel Muñoz, sita en Monterrrubio de la Sierra, donde se crían las reses bravas marcadas con el hierro de Ángel Sánchez Sánchez, puro Murube en una ganadería que destina la mayoría de sus toros a los festejos de rejones.
El novillero navarro y el portugués Juan Silva “Juanito” se las vieron con cuatro vacas de similar condición. La primera del joven de Cintruénigo derrochó nobleza y fue de menos a más en la muleta, lo que le permitió realizar una faena bien estructurada, con tandas ligadas por ambos pitones y finalizada con circulares en terrenos de cercanías.
Su segunda atesoró asimismo nobleza y embistió muy humillada, por lo que Marín realizó una faena larga con la que disfrutó de principio a fin.