JAVIER MARÍN MATÓ DOS TOROS A PUERTA CERRADA EN CINTRUÉNIGO

Derechazo mandón de Javier Marín al segundo toro de la mañana.

Derechazo mandón de Javier Marín al segundo toro de la mañana.

El novillero fue ovacionado y dejó buena imagen en su preparación de cara a la cita de Tudela

El novillero navarro Javier Marín mató ayer por la mañana dos toros de Soto de la Fuente a puerta cerrada en la plaza de Cintruénigo. Ante unos trescientos invitados, lidió y estoqueó dos cuatreños como preparación de cara a la cita que tiene el próximo viernes en la plaza de Tudela, en el que será su primer paseíllo de la temporada vestido de luces.

Para esta prueba, estuvo ayudado por los subalternos navarros Juan Carlos Ruiz y Pablo Simón, quienes bregaron con profesionalidad, y por el matador de toros Sergio Sánchez, quien además aconsejó al novillero. La suerte de varas corrió a cargo del picador Israel de Pedro, que ha ido en la cuadrilla de David Mora y que cumplió con oficio su labor.

Abrió plaza un negro ejemplar que tuvo nobleza, fijeza y acudió obediente al cite, pero que resultó blando. Marín lo recibió con unas elegantes verónicas a pies juntos y se lució después con un galleo por chicuelinas. Tras cumplir en el peto, el toro embistió al temple de Marín, que lo cuidó mucho, en una faena limpia por ambos pitones, en la que el novillero se sintió muy cómodo con la muleta. Naturales, derechazos, invertidos…ante un cuatreño fácil. El joven cirbonero entró varias veces a matar para ejercitarse en la suerte suprema. Una vez que dobló el toro, el espada recibió una cálida ovación de sus paisanos.

El segundo toro, del mismo hierro y, por tanto, de similar procedencia -Juan Pedro Domecq- tuvo distinta condición. Más cuajado que el anterior, embistió con nobleza y motor, por lo que tuvo más importancia, resultó más exigente. Marín lo cuajó de principio a fin. Bordó el toreo al natural, en varias series tan templadas como limpias, en las que alargó el viaje. Y ligó el toreo en redondo, con quietud y serenidad, y entre los olés del público. Terminó su magnífica faena con unas vistosas luquesinas y unas ceñidas manoletinas. De nuevo para entrenarse, utilizó varias veces el estoque y el descabello. Cuando por fin dobló el buen toro, Marín recogió otra cerrada ovación.

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