JAVIER MARÍN CORTA UNA OREJA Y CONVENCE EN SU DEBUT EN LAS VENTAS

Marín dando la vuelta al ruedo triunfal con una oreja del cuarto de la tarde. Fotografía: Javier Arroyo.

Marín dando la vuelta al ruedo triunfal con una oreja del cuarto de la tarde. Fotografía: Javier Arroyo.

El novillero navarro cuajó al cuarto de la tarde, un buen utrero al que mató de un estoconazo.

Ganado: Cinco utreros de Los Rodeos, de variadas hechuras y de juego dispar, y un sobrero, sexto, de Conde de Cabral, manejable.

Novilleros: Javier Marín (saludos desde el tercio tras aviso y oreja), Alejandro Fermín (silencio tras aviso y palmas) y Jesús Álvarez (silencio en ambos).

Lugar y fecha: Plaza Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid. 24 de abril.

Incidencias: Algo más de un cuarto de plaza (alrededor de seis mil personas). Tarde con molesto viento. La ganadería Los Rodeos tomó antigüedad.

El novillero navarro Javier Marín dio ayer un paso más en su trayectoria profesional, se presentó en Las Ventas, la plaza más importante del planeta taurino, y triunfó, cortó una oreja y, sobre todo, dejó buena imagen, un grato sabor de boca entre los aficionados.

Javier Marín citando desde lejos al que abrió plaza, 'Libertino II'. Fotografía: Javier Arroyo.

Javier Marín citando desde lejos al que abrió plaza, ‘Libertino II’. Fotografía: Javier Arroyo.

Al que abrió plaza, llamado Libertino II, número 18, negro bragado, de 471 kilos, recogido de testa, bajo y bien hecho, lo recibió con encorajinadas verónicas y alguna chicuelina intercalada, lances que se vieron condicionados por el molesto viento. Seguidamente, el toro cabeceó en el peto mostrando así su limitada fuerza.

En la muleta, el utrero tuvo nobleza, embistió con son pero careció de empuje. Se apagó y se cansó de embestir pronto. El navarro inició la faena con unos estatuarios que sirvieron para comprobar que el pitó bueno era el derecho y por ahí llegaron los mejores momentos del trasteo. Fueron dos series de notable factura que no tuvieron continuidad luego porque el astado perdió pujanza. Se le vio asentado y queriendo hacer el toreo bueno. Después, no pudo alcanzar mayor ligazón porque el novillo se paraba después de cada muletazo; es decir, los hubo buenos pero sueltos. Marín estuvo muy digno en su presentación venteña, sobre todo en la primera parte de su actuación. Al final, se pasó algo de faena -hambre de triunfo-, sonó un aviso sin haber entrado a matar, se atascó con los aceros –tres pinchazos y una entera tendida que sirvió-, y recibió la primera ovación de la tarde, a la que correspondió saludando desde el tercio.

Derechazo de Marín al cuarto de la tarde, 'Libertino I'. Fotografía: Javier Arroyo.

Derechazo de Marín al cuarto de la tarde, ‘Libertino I’. Fotografía: Javier Arroyo.

Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. Salió al ruedo el cuarto, Libertino I, número 30, castaño, de 478 kilos, al que recibió con una larga cambiada de rodillas, a la que siguieron un ramillete de mecidas verónicas, tanda rematada en los medios con una vistosa revolera. Su segunda intervención comenzaba bien, prometía. A continuación, duro fue el castigo en varas de Israel de Pedro pero también era el utrero con más empuje del encierro y quiso coger el peto siempre abajo.

Ya con la muleta, ante un novillo noble y manejable, que no tuvo fondo pero sí clase, el novillero de Cintruénigo anduvo muy asentado y templado desde el principio, y así desarrolló y estructuró la faena poco a poco. La comenzó con dos pases cambiados en los medios, aprovechando la movilidad del castaño. Y en los medios continuó con la mano derecha acompañando embestidas con más voluntad que mando porque se vio muy molestado por el viento. Comenzó dando sitio al novillo aunque fue cuando lo tomó en corto cuando la faena rompió. De este modo, se sucedieron dos series por cada pitón de mucha calidad, templadas, toreando despacito, reposado y con ligazón, que transmitieron a los tendidos. La buena faena fue rubricada con una sensacional estocada, cobrada en rectitud, que posibilitó la concesión de una oreja, la primera que cobraba este año un novillero en Las Ventas.

Javier Marín superó con un triunfo su primer puerto de primera de la temporada, el de Las Ventas. Ahora, a por el segundo, el soñado de su querida Pamplona.

Respecto a los otros novilleros, el cacereño Alejandro Fermín no pasó de voluntarioso con su primero y falló al matar; frente al aplomado quinto sólo pudo dejar destellos sueltos. Por último, el sevillano Jesús Álvarez, que también se presentaba, no tuvo opciones frente a su primero, un débil novillo que llegó mortecino al último tercio; frente al sobrero sexto, realizó una labor sobria pero que no tuvo eco.

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